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Alicia miró a su alrededor. La noche era fría, pero luminosa; la luna verde brillaba en un cielo negro inmaculado. Lo que no le gustaba era el ruido, el viento emitía un silbido nervioso al vibrar entre la cerca que había alrededor de la gran cúpula, que era el gran salón donde tendría lugar la Gala de Bienvenida, pero pronto ese silbido se mezcló con la música hasta que desapareció.

Esa noche se había puesto el vestido blanco con hilillos de oro que le había regalado su padre, la tela transparente superior le llegaba hasta el suelo mientras que la blanca interior le llegaba hasta ocho dedos por encima de la rodilla. Su gran cabello como el carbón lo había recogido en un moño y adornado con una redecilla de plata con incrustaciones de pequeñas perlas dejando unos mechones sueltos a los costados de la cara.

Mientras caminaba sentía como le rozaba la varita fría en su muslo. Como era costumbre llevaba la varita ajustada en un pequeño cinturón en el muslo derecho debajo de su largo vestido.

- Eres una fanática del cristaluz no?- pregunto Ming divertida. Alicia llevaba unos anillos de cristaluz con una rosa tallada en uno de ellos y los tacones que llevaba también eran de cristaluz.

- Supongo, pero tengo mis motivos; la varita que me fue otorgada es de cristaluz, para mi eso es una señal, así que siempre llevo algo encima de cristaluz a parte de mi varita, es como mi amuleto de la suerte, por ejemplo este collar, - señaló un collar de plata bañado en cristaluz, que delineaba cada trocito de plata con cristal, y al final un dragón enroscado de la misma manera- lo compre por Deylon, mi pequeño Dragón y hasta ahora no me ha pasado nada.- Se encogió de hombros al terminar su frase.

- Que bien, yo no tengo nada por el estilo, mi varita es de lapislázuli, nada del otro mundo.- hizo un gesto con la mano desinteresado.

Ming llevaba un vestido naranja muy revelador, el cuello era en forma V y le llegaba dos dedos por arriba del ombligo, el vestido le llegaba hasta los tobillos pero tenia un corte en la parte lateral que le llegaba desde el muslo hasta el final del vestido dejando una pierna al descubierto, le acompañaban una diadema de florecitas artificiales de la tierra de los humanos a juego con un brazalete igual y un chal de piel gruesa, también naranja. Llevaba unos zapatos de igual color con unas tiras de seda que le subían unos dedos por debajo de la rodilla

Las mangas del vestido de Alicia eran tan largas que casi rozaban el suelo, uno de los gemelos la piso y casi la hace caer, pero antes de eso la agarró delicadamente por la cintura y evito ese desastre.

- Lo siento.- se disculpó, Aiden, el llevaba un típico smoking pero el pañuelo verde que llevaba en el bolsillo de la chaqueta tenía bordado su nombre, ya que el y su hermano iban igual y así se les podía diferenciar.

- Estoy bien, gracias.- Alicia estaba apunto de estallar en carcajadas por la cara de avergonzado que tenía Aiden, pero se contuvo y sólo soltó una risita.

«Son tan patosos como yo- pensó- incluso más.» El otro gemelo se acercó e inesperadamente se coordinaron para coger a Alicia de los brazos, ella no dijo nada pues pensaba que era su forma de disculparse.

Al llegar, un pitido proveniente del bolso de Alicia la hizo zafarse de los gemelos. Debía ponerse otra dosis de oxígeno; era extraño, hacía no mucho que se había puesto una dosis, a este paso se le van a acabar muy rápido las cápsulas. Decidió no ponérsela y en caso de que le faltará oxígeno se la pondría y volvería a poner el contador.

Un olor delicioso a comida inundó el ambiente haciendo que todos sonrieran.

Al acercarse unos guardias cara-caballo hicieron una abertura a la gran cúpula transparente y dejaron pasar al grupo y a los muchos otros Wags que entraban al mismo tiempo.

EVERYTHING COULD HAPPEN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora