Highways || ChanBaek.

3: Alaska.

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Lo cierto es que había llegado a vivir a San Francisco hace apenas unos cuatro meses, pero no conocía muy bien la ciudad; lo máximo que había hecho era ir de la facultad a su casa y de su "casa" al centro comercial más cercano. Tampoco conocía a mucha gente, para su desgracia.  En Corea no es tan común expandir tu círculo social, y los pocos amigos que tenía en casa eran lo suficientemente cercanos como para dejar relucir su exuberante personalidad, sin embargo, en California todo había sido muchísimo más complicado. Comenzando con su "exuberante" personalidad que se había hecho cada vez más pequeña con cada segundo que pasaba en territorio Americano. A pesar de haberse unido al club internacional de su universidad, sólo conocía a un chico coreano llamado MinSeok, quien estaba de intercambio. Habían intercambiado números una vez, pero rara vez hablaban —o se veían—, ya que era bastante tímido.

MinSeok era lo más cercano a un amigo que había conseguido en cuatro meses. Claro, porque su hermano político no podía contar. 

Su situación era ridícula, golpeándolo de una manera que BaekHyun jamás habría imaginado.

En su camino a Seattle estuvo tentado a rendirse, a llamar a su madre y pedirle perdón por no sabe qué razón, porque BaekHyun está seguro de no haber cometido un error. Quizá llamar a KyungSoo y rogarle por ayuda, y disculparse por ser un consentido, o incluso buscar al adorable Kim MinSeok y pedirle una mano, porque no tenía a nadie y sentía que estaba flotando sin tener nada a lo que aferrarse.

Pero no lo hizo, se mordió los labios y apretó los labios por largas horas de camino para mantenerse fuerte. Nadie lo había llamado a él, por lo que no había interés. BaekHyun no caería. Era hora de ser orgulloso, como siempre lo había sido.

Al menos si se aferraba a su orgullo, que era lo único que le quedaba, podría seguir adelante. 

Revisó su cuenta bancaria en el bus, al menos su madre no había tocado nada de ese lugar. Además, su padre depositaría su mensualidad en unos cuantos días más. Estaba salvado, de momento, al menos en el ámbito monetario. Decidió cambiar la clave, sólo por precaución.

Quizá a la ex señora Byun no le dolía perder a su hijo, pero sí un montón de dinero, BaekHyun lo sabía muy bien. Él planeaba hacer que la mujer recapacitara, aunque sea por esas razones.

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Alaska. Alaska. Alaska.

Mientras escuchaba al pequeño grupo de coreanos discutir a apenas unos metros de distancia, él buscaba en el sitio web de Alaka Airlines por un ticket para el vuelo de las dos y quince.

Claro, era malo escuchar conversaciones ajenas, pero él no pudo evitar poner especial atención a la mesa de los apuestos tres chicos que hablaban en su lengua materna. BaekHyun estaba viviendo la soledad en su máxima expresión, no estaba mal aferrarse a algo que le fuera mínimamente familiar, ¿no?

Además, había escuchado el nombre de JunMyeon hyung, y el apellido Kim. Se podría tratar de Kim JunMyeon, un buen amigo de JongDae con quien Baek siempre se había llevado de maravilla. Y sí, quizá la mitad de los coreanos se apelliden Kim y más de una persona se llame JunMyeon, sí, BaekHyun sabe que quizá no sea la misma persona, pero tan sólo escuchar ese nombre había sido una especie de señal divina para él. Supo que podía confiar en la información brindada por esos increíblemente altos compatriotas.

Esa era la no-tan-estúpida-razón, como quería creer Baek, por la cual estaba comprando el boleto, los cuales aún estaban disponibles para ese día.

Alaska parecía un buen destino.

Era lo suficientemente lejos e inhóspito para desaparecer un poco, sabía que el contacto con la naturaleza sería una buena idea para relajarse y dejar respirar a su cabeza. No era tan mala idea, se repetía mentalmente una y otra vez, podría seguir improvisando como había hecho desde que salió de "su casa" en San Francisco.