0.- Prólogo

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Son las 9:45 pm. 

Un hombre se desliza a hurtadillas por el garaje de un elegante complejo de apartamentos residencial. Cualquiera que lo viera pensaría que se trata de un ladrón colándose a robar a alguno de los ricos propietarios. Pero no podría estar más equivocado. No es más que un hombre asustado saliendo a hurtadillas de su propia casa para montarse en su propio coche. Tan solo está a unos metros de distancia desde la puerta que da al ascensor pero ese breve recorrido es a diario una nueva forma de tortura. Por suerte no hay nadie a la vista y el joven suspira aliviado dirigiéndose a su vehículo. 

No es consciente de la diminuta cámara que colocada estratégicamente sobre su plaza de garaje sigue cada uno de sus movimientos.

A una calle de distancia, sentada frente a un monitor, una muchacha da un grito histérico al verlo. El hombre lleva un gorro de lana calado hasta las orejas, unas enormes gafas de sol a pesar de ser ya de noche y un grueso anorak cuyo cuello ha subido para que cubra la mitad de su cara. Pero a pesar de todas sus precauciones la adolescente lo reconoce al instante. No hay forma de que no reconozca la silueta del hombre al que ha estado acosando por cosa ya de dos años.

Se pone en pie de un salto tirando el bote de esmalte con el que se estaba haciendo la manicura. El frasco cae con un tintineo y el líquido rojo escarlata comienza a derramarse sobre la alfombra. Será una mancha difícil de quitar pero la joven no le presta atención.

En lugar de eso se apresura a comprobar la hora en el monitor.

Las 21:45 en punto. 

Frunce el ceño.

No se suponía que fuera a salir hoy. No tiene ningún rodaje, ni entrenamiento, ni concierto, ni ha quedado con ninguno de los otros miembros. De eso está segura. Se sabe su horario de memoria. ¿Entonces dónde va? ¿Por qué? ¿Con quién?

La alarma se detona en su cabeza. ¡Está haciendo algo que no debería estar haciendo! ¡Y  sin permiso!

-¡Líder!- grita frenética- ¡Líder! ¡Tenemos movimiento! ¡Una emergencia!

Al instante una joven menuda y delgada con el cabello corto teñido de rubio platino hace su aparición a la carrera desde la habitación contigua. Sus ojos se centran automáticamente en el monitor y se iluminan. Tarda menos de un segundo en asimilar la situación. Es ya toda una veterana, no en vano es la cabezilla del grupo.

-Ma Ri, llama al equipo de seguimiento- ordena con un ladrido casi militar- Qué estén preparadas. Va a haber que seguirlo. ¡No podemos dejarlo escapar!

-¡Sí, sunbaenim!- responde Ma Ri al instante lanzándose hacia su teléfono y marcando el 3 en speed dial.

La líder hace lo propio con su móvil solo que marca un número diferente.

-Equipo de Telecomunicación, estamos en estado de emergencia- dice a quien sea que responde al otro lado con voz aterciopelada- Necesito que comprobéis todas las llamadas y mensajes que ha recibido y enviado en las últimas 24 horas. Si no encontráis nada id hacia atrás en el tiempo. ¿Hemos descubierto ya la contraseña de su correo electrónico?- hace una breve pausa mientras escucha la respuesta al otro lado. Frunce el ceño y su voz se endurece- ¿Aún no? ¿Y a qué esperamos? La quiero descifrada para mañana a la mañana. Quiero saber todo sobre él. Con quién ha hablado, cuándo y sobre qué, dónde va y a encontrarse con quién. ¿Entendido? No se nos puede escapar esta vez.

Cierra el teléfono con fuerza y vuelve a centrar la mirada en la pantalla. El hombre ya ha entrado en el coche y se dispone a salir. Cuando pasa bajo la cámara ésta lo enfoca y logra un retrato detallado de su cara.

Con un gorjeo de felicidad Ma Ri se vuelve y contiene el aliento. Una sonrisa sádica distorsiona la pequeña cara de su líder.

La caza ha vuelto a empezar.

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