1.- Declaración de guerra

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La cuchara se detiene a medio camino entre la boca y el tazón de desayuno, la masa de leche y cereales resbala por la superficie metálica del cubierto y cae de vuelta al plato con un chapoteo. Ajena a la realidad Mi Ran se lleva la cuchara a la boca, sus ojos desorbitados están fijos en el monitor donde una serie de imágenes muestras la figura encorvada de un hombre joven entrando al garaje, montándose en el coche y saliendo. A pesar de que la calidad de las imágenes en blanco y negro deja bastante que desear y que el hombre va cubierto de pies a cabeza la joven lo reconoce sin dificultad. Millones de personas en el país y unas cuantas más fuera de él serían capaces de reconocerlo de inmediato.

Una extraña rabia comienza a bullir en su interior, un sentimiento completamente irracional. Esta vez han ido demasiado lejos. Deja caer la cuchara con estrépito sobre la mesa y su mano tantea la superficie de madera en busca del móvil, aún sin despegar los ojos de la pantalla del portatil. No le cuesta encontrarlo. Lo toma y marca rápidamente el 2 en marcación rápida. Lo deja repiquetear una vez, cuelga y repite la operación. Marca otro número y vuelve a dejarlo sonar antes de colgar y volver a llamar. Cuelga y vuelve a centrar toda su atención en el monitor. No tarda en recibir respuesta.

La ventana del chat de voz se enciende dándole a entender que alguien se acaba de conectar. Al instante suena el timbre que indica que alguien quiere comenzar una conversación con ella. Acepta.

-Maldita sea, Mi Ran- gruñe una voz pastosa al otro lado de la línea haciendo excesivo hincapié en la última sílaba del nombre. Tiene un ligero acento que es difícil de identificar- ¿Sabes qué hora es?

Por primera vez desde que ha visto las fotos Mi Ran sonríe al reconocer una voz amiga.

-Las nueve de la mañana- responde echando un rápido vistazo al reloj, su voz suena casi divertida. - Buenos días a ti también, Joon.

La voz de Joon maldice por lo bajo por el altavoz y Mi Ran ahoga una risita.

-¿Y sabes a qué hora me acosté anoche?- insisté su amiga a través del micrófono con voz aún somnolienta.

-No- contesta la muchacha con sinceridad- Pero imagino que por anoche querrías decir esta madrugada. Puedo averiguarlo fácilmente si me meto en facebook ¿quieres?

Otra maldición, esta vez divertida y una risita.

-No, gracias, creo que prefiero no saberlo- un bostezo- Así me sentiré menos culpable cuando vaya a trabajar siendo solo medio persona. Pero debo admitir que mereció la pena por acabar de ver el dorama. No me arrepiento de nada.

-Esa es mi zombie-unnie- ríe Mi Ran por el interlocutor.

En realidad Joon no es más que medio año mayor que ella pero es lo suficiente para que debido a lo poco que duerme se haya ganado el apodo cariñoso de "zombie-unnie", cortesía de Mi Ran. 

-¿Y bien?- continúa Joon con más seriedad- Espero que tengas una razón de peso para haber despertado a tu unnie de un maravilloso sueño con su amante.

Por amante se refiere por supuesto a uno imaginario. En otro momento Mi Ran hubiera respondido con una chanza pero en aquel instante recuerda el motivo de su llamada y se pone seria, vuelve a sentir el sabor amargo de la bilis en la punta de la lengua.

-¿Y bien?- insiste Joon al ver que no responde- ¿Qué era eso tan importante que merece dos perdidas?

Mi Ran se muerde el labio inferior repentinamente culpable. Tal vez se ha pasado un poco con las dos perdidas, tal vez una hubiera bastado. Entre amigas tienen un código. Una perdida cuando están aburridas y simplemente quieren hablar, dos para algo importante y tres, sencillamente como el grito internacionalmente conocido de ¡SOS! ¿Era tan importante el asunto? Probablemente no pero tras ver las fotos necesita desahogarse.

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