7. La cúpula del sol.

27 3 5
                                    

Tal navío simbolizando a Víctor parecía perderse, siendo atrapado por los cánticos de las sirenas que nadaban entre la policromía de los ojos de Kellin, queriendo más de él. Rehusando su propia naturaleza como omega, como si el niño de cabellos azabache fuera el pecado mismo rompiendo barreras y pautas.

Entre las paredes grisáceas y blanquecinas del sótano parecía irónica la idea de mencionar al sol bañando la simplona pintura con sus rayos, cuando ni siquiera un vehemente rayo de luz podría penetrar la monocromía del lugar. Pero para él moreno había cierta cúpula solar cerniendo sobre ellos, desestimando las cualidades de su ubicación.

Habían hablado tanto y a la vez tan poco; Víctor calmando los miedos de Kellin para que dejara de llorar y empapar su lindo rostro; pero ¿qué se podría hacer cuando ya había quedado más que claro que tal vez nunca saldría de ahí?, ¿cómo, cuando el otro omega había explicado que su cuerpo sería usado?

Kellin extrañaba tanto a sus padres y apenas llevaba cinco días despierto, procesando su infortunio futuro en la Casa azul. Cinco días que por su mente habían transitado como siglos.

Engel ya había sentenciado al omega castaño que en cuanto Kellin despertara fuera acicalado y vestido con un largo batín dorado, símbolo para los clientes de que aún era virgen. Y que en ese tiempo nadie más dispusiera de él, como un objeto, así se sentía el oji azul.

El primogénito del líder había ido a ver a Víctor en cuanto su celo término. Eso simplemente provocó que el pequeño moreno soltará impulsivos sonidos y sus prendas interiores se mojaran por los ligeros rastros del olor a celo del mayor, cosa que formó una enorme sonrisa burlona por parte de Engel y comentarios sarcástico-agresivos.

-T-tengo miedo, Vic. Quiero irme a casa

-Lo sé, pequeño, pero es algo que no podemos hacer, no hay manera.

Y Kellin volvió a llorar.

Dejó que su cuerpo cayera sobre el del moreno sollozando y temblando de impotencia. Recordaba tener doce años cuando su padre, un omega igual, le había contado cómo pasó su primer celo de la manera más romántica y menos explícita posible, con su madre. Ciertamente se imaginaba igual, dejando que el alfa que amará lo tomará; como un patético cuento de hadas.

En esos cinco días Katrina, la omega guía, lo había llevado al recibidor de la Casa azul para enseñarle su interacción con los clientes y recalcando unos puntos sobre el trato hacía la familia Romanov, en caso de que alguno de ellos lo solicitará. Miró a tanto betas y omegas paseándose en diminutos batines e, incluso desnudos por la sala de estar; pero lo que más captó su atención fue a uno que otro alfa en mismas condiciones.

No había especificaciones.

Víctor lo dejó desahogarse, trazaba círculos en su espalda para calmarle y delineando su espina dorsal con sus dedos, presionando su cuello en ese punto débil de los omegas para que se calmará y soltando su propio olor para envolverlo en calidad. Sabía que no lograría el efecto de un alfa puro, pero sonrió internamente al notar a Kellin más tranquilo. Tragaba hipidos y sus manos se sostenían de la camiseta de Víctor.

El olor a tierra húmeda y pimienta resultaba un tanto picante para su nariz, pero lograba ser calentito. El atezado omega lo había colocado en una natural zona de confort. Algo extraordinario, siendo que cuando un omega llegaba entrar en pánico los omegas a su alrededor lo hacían de igual forma.

Él lo cuidaría, algo se lo decía.

《♧》

Con audacia hizo nuevas puntadas a uno de los viejos camisones que todos utilizaban dejando una pulcra costura, que difícilmente llegaría a notarse. Miro su trabajo sintiéndose orgulloso de ello; el café de sus ojos era aún más ensombrecido por las grandes ojeras formadas bajo sus ojos y sus labios se sentían rugosos en sequedad por la falta de agua consumida en ese día, había dejado pasar la hora de sus comidas para calmar al desesperado omega pelinegro que en ese mismo momento dormía.

Había algo en su mente que le gritaba que se alejara, que hablara con Engel para que lo removiera de dicha tarea por ver de Kellin, tal vez era su pequeña -gran- parte de naturaleza omega temeroso de problemas, pero claro que él nunca sería un omega común, así que ¿por qué no desafiar aquello?

Era un imán tortuoso y vehemente, clamando por la cercana piel cálida que frente a él se disponía; siempre había sido tan extraño, como su parte salvaje rogaba en momentos por un tibio omega de aroma dulzón, lo cual de por sí ya era muy extraño, pero lo que le preocupaba era lo voracidad con la que esa naturaleza se había formado ésta vez con Kellin. Todo era un lío de disparates y acongojados silencios, algo inhumano emergiendo desde los más recónditos espacios de su salvajismo licántropo, dañando su raciocinio.

Retrocedió cinco años en su mente; al día del infortunio, cuando un atroz calor se disparó por todos sus poros creando un dolor indescriptible desde su cabeza hasta las

puntas de sus pies, el como en un acto de desesperación, se lanzó sobre uno de los omegas más exquisitos de la Casa azul y que a vista de los demás resultó como un ataque de poderío entre omegas. Irónico, que cuando llegó a aquel infierno terrenal ni siquiera se había presentado su naturaleza interna, pero era de conocimiento universal que puntuaba el primer lugar del favoritismo para el primogénito Romanov.

Entre chillidos de piedad y gruñidos por libertad, fue arrastrado del cuello de su precioso batín granate por el brutal de Austin Carlile. Aquel batín de seda cara y bordados negros con forma de rosas que adornaban las coquetas solapas, significaba: futuro consorte Romanov.

¡El aciago de Víctor llegó! Ante ojos nublados en el más puro estado animal.

Lágrimas corrieron por sus morenas mejillas y la habitación se vacío en un ofuscado ambiente con olor a vinagre, porque a pesar de haber sido arrancado del cálido de yugo de su familia, se había regordeado en su papel de inmune príncipe de donde fue rebajado con violencia para convertirse en esclavo.

Pronto hubo unos temblorosos brazos rodeando sus hombros para devolverlo a la realidad de en qué fecha se encontraba.

En su lapso de relajación forzada se recapitulo en hechos para no caer de nuevo en una crisis emocional que haría enojar a todos. Se obligó a balbucear su ya obsoleto mantra: 《Soy Víctor Fuentes, un omega y nada volverá a ser igual.》

Lo repitió hasta que los zumbidos y espasmos lo llevaron hasta el estado de inconsciencia, viendo unos brillosos irises cielo que reflejaban angustia.

Porque aunque lo negara, es lo que es.  

《♧》
Debo decir que desde mi punto de vista mi versión de omegaverse es algo complicada y aún no encuentro una guía que la describa adecuadamente, así que si tienen dudas, guardenlas :v mentira, pregunten. Mucho lof, babes.

Bad essence. (Kellic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora