2. El viaje.

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El dolor propagándose por el lado izquierdo de su cabeza le hizo abrir los ojos de golpe provocando una arcada por el mareo. Su respiración se encontraba ajetreada y emociones golpeaban fervientes en su pecho; tristeza, dolor, desesperación, ira, angustia, pánico.

Miles de sentimientos negativos viajaban por su cuerpo haciendo que se sintiera sofocado, pero no eran suyos, los olores a mezclados en el aire y rasgando su garganta. Entre la bruma de miedo creada en el aire, pudo notar los sollozos dolientes y gemidos de ayuda por un omega a su alfa, los gruñidos de posesión y cadenas forcejeadas, los lamentos y súplicas.

Tanteando con sus manos notó demás cuerpos sudorosos y trémulos, en su búsqueda tocó una pared metálica pero ni una puerta o un nimio agujero que permitiera la entrada de aire.

El dolor lateral aumentaba, su piel ardía en las zonas heridas cuando el sudor se escurría entre ellas, la ropa pegada a su cuerpo por el mismo y, la mezcla de olores rancios y desesperados no hacían más que volver el aire sofocante junto al bochorno atensado por las emociones agolpadas en el pequeño cubículo. Quería llorar y gritar, ¿sus padres se preguntarán por él? ¿Lo estarían buscando? Rogaba que así fuera, tenía miedo.

Brinco de miedo al escuchar la lacerante voz y los chirridos de golpes contra el metal. Desesperación en aumento.

-¡Saquenme de aquí! ¡Yo no hice nada por favor!

A esos se le unieron más gritos desesperados y balbuceos sofocados en súplica por pedir ayuda.

Calculaba que habían pasado tres días desde que despertó dentro de ese cubículo. Hombres entraban por un lugar misterioso otorgándoles agua que calmara el ardor en sus gargantas y un mísero cacho de pan.

En una de las ocasiones pudo escuchar una pelea entre el, posiblemente único alfa contra los hombres desconocidos. Los omegas chillaban con desespero cuando las feromonas furiosas de los alfas eran inhaladas.

Se encontraba mareado y balbuceante, no era capaz de sostenerse con ninguna de sus erráticas extremidades y las arcadas atacaban cada cierto tiempo. El aire cargado lo abrumaba.

Para el cuarto día, pudo sentir el movimiento irascible del cubículo, deduciendo con su poco raciocinio que estaban dentro de un transporte automotriz.

La luz golpeó con ferocidad sus rostros haciendo arder sus ojos, los gritos y súplicas hicieron su presencia cuando fueron arrancados de su temporal estancia. Jaloneos y voces ordenando.

Habían llegado a un lugar sin retorno.

Bad essence. (Kellic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora