Rey Levi

CAP #1:~Rey Levi~

El reino de Shiganshina, es gobernado por Levi Ackerman, un alfa de raza pura y, además, vampiro de 300 años de edad, descendiente único de Kenny y Kushel Ackerman, antiguos reyes del reino. Ambos padres murieron en una emboscada liderada por una persona desconocida incluso en la actualidad, era muy listo y siempre se escabullía con sus leales hombres, que a pesar de haber capturado a algunos, nunca decían nada para delatar a su jefe o su paradero.

Justamente, en ese mismo reino, en una pequeña casa de madera habitada por una pequeña familia integrada por madre e hijo, se encontraba una castaña de estatura promedio ayudando a su único hijo a colocarse un sencillo vestido blanco que le pertenecía a la mayor cuando trabajaba para Kushel y Kenny, pero por algunos hechos ocurridos, perdió el don que el mismo Dios le había dado.

Gracias a eso, los antiguos reyes murieron y ella fue exiliada del castillo. Hubiese sido decapitada o mandada a la horca, pero por cargar con una vida dentro de su vientre y haber tenido una estrecha relación con los Ackerman, Levi tuvo piedad de ella y le dio una pequeña vivienda de madera donde pudiera vivir con su hijo.

-Eren, es hora. Recuerda que debes cuidar al rey con tu propia vida, esa es la misión que Dios te ha encomendado- decía amablemente la castaña omega mientras recortaba más de la mitad del ultimo largo mechón de cabello de su hijo.

Eren solo veía atentamente desde un pequeño espejo el tipo de corte que ahora tenía. Su cabello era mucho más corto que antes, talvez cada uno de sus cabellos ahora median entre 3 o 4 centímetros, pero el tamaño se reducía conforme los mechones llegaban a su nuca, se notaba la diferencia de lo cortos que estos eran. Algunas greñas caían en su frente hasta formar cuatro cortos picos que cubrían esa zona, los dos mechones que estaban más centrados, eran más pequeños que los otros dos que llegaban hasta sus largas y tupidas pestañas color chocolate. Al menos ahora se veía un poco más masculino que antes, cuando tenía su castaña cabellera por debajo de sus delgados y femeninos hombros, le desagradaba que sus amigos le dijeran que parecía más chica que chico.

Además, su esbelto cuerpo y femeninos rasgos no le ayudaba mucho a tan siquiera defenderse y decir que era un varón, porque cualquiera que lo viese juraría que era una fémina. Pero bueno, Al menos podía culpar a su condición omega por su aspecto.

-claro, madre, cumpliré al pie de la letra con mi misión. No fallaré, te lo prometo.

El chico se levantó, se quitó la toalla blanca que tenía en sus hombros y la sacudió un poco para que los cabellos que quedaron pegados en él, cayeran. Sacudió su vestido solo para asegurarse de que no haya quedado algún pelo pegado a este.

Su madre veía con ternura y amor a su hijo, le encantaba ver como su antiguo vestido ahora era usado por su primogénito. A pesar de ser un chico, había que admitir, que incluso, le quedaba mucho mejor que a ella. Veía como el vestido de seda se pegaba a su pequeña cintura y después se desplegaba por sus caderas hasta que la prenda tocara el suelo cubriendo por completo sus medias y zapatillas blancas. Sus delgados brazos eran cubiertos por largas mangas que se extendían en forma de campana desde sus codos hasta la punta de sus dedos cubiertos por guantes blancos, en su cuello, tenía colgada un rosario de hierro que, era dada al primogénito de cada generación de los Jeager.

Carla tomó una tiara hecha de oro que había sido un regalo de Kushel, de la cual ahora colgaba un largo velo hecho de la misma tela que el vestido, llegando hasta las rodillas. Cuidadosamente la colocó sobre la cabellera de su hijo y acomodó el velo para que este quedara cubriendo la parte trasera de su cabeza y cuando caminara o corriera, este no se deslizara o cubriera su rostro.

-te vez precioso, hijo mío- alagó la mujer tocando dulcemente la mejilla de su hijo que no pudo evitar sonrojarse y sonreírle.

-g-gracias.