Poker

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Los días los encontró fundidos siendo uno los dos. Viajemos acá, paseemos por allá, hagamos esto, hagamos aquello. Selfie por acá, selfie por allá. Pero algo no iba bien y él lo sabía. Bastó que abra los ojos para darse cuenta que a pesar de tener un poker de AS, la vida otra vez le ganaba y esta vez con una escalera real. Tan real, que así como sentía estar ascendiendo al cielo, los escalones comenzaron a desaparecer provocando su caída al abismo.
    Quién tanto había idealizado, ya no era quién él creía conocer. Nunca había tenido tanto miedo como cuándo la miró de frente y allí vio esa máscara, ese maldito disfraz. Supo que todo había terminado.
    Sus labios decían "Te Amo", mas su mirada volvía a hablar en pasado (Te amaba). Y así en ese juego de modos verbales, él se quedó sin un futuro a su lado.
Vivieron lo más parecido al amor, aunque si de algo sabían era de hacerlo con intensidad. Nunca una habitación vio tanta pasión, nunca un atardecer vio tanto calor, nunca un abrazo unió tantas partes rotas, nunca más la vida los vio juntos a los dos.
Y por no querer pecar de establecer un para siempre que jamás sucedería, le agradeció por los instantes compartidos y allí otra vez, un corazón roto volvería a transitar las calles de la ciudad con la esperanza de que algún día, por fin se le de.

La vida es aquello que entre heridas y alegrías, te hacen entender que vale la pena vivirla.
No tanto por el llanto, sino por las sonrisas. Pero, ¿Cómo valoraríamos lo hermoso que es reír, si no supiéramos lo que duele el sufrir?

    Esa frase lo dejaría marcado y habitué a las apuestas entendió que era el momento de retirarse. Ya volvería a arriesgar, otro día, otra mesa.

La vorágine del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora