Vale la pena -1-

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VALE LA PENA.

Capítulos cortos

30 de abril 2018


Los personajes son propiedad de la gran Rumiko Takahashi, yo solo los tomo prestados sin fines de lucro más que para dar a conocer esta mi historia que por el contrario si es de mi total autoría.

Nuevamente, una vez más sus ojos destellaban en tristeza, su corazón dolía ocasionado por esa opresión que generaban en su pecho sus malditos sentimientos. Lágrimas no paraban de surcar de sus globos oculares, logrando empapar sus mejillas siguiendo un camino para perderse en su cuello. Mantenía un puchero, y lanzaba suspiros de dolor al aire.
Estaba verdaderamente harta de sentirse miserable por culpa de ella. Inclusive había empezado a darse cuenta que no solo era culpa de esa sacerdotisa de barro y huesos, si no también de él, ese hombre que creyó suyo erróneamente. Inuyasha.

Sango y Miroku habían partido junto a Kirara y Shipoo a realizar un exorcismo en una aldea vecina, ella e Inuyasha se habían quedado en ese palacio que horas antes habían salvado de las garras de un demonio, él señor de ahí les había ofrecido posada, una rica cena y unas cuantas monedas como forma de agradecimiento, ellos no dudaron en aceptar, Kagome verdaderamente estaba cansada. Mientras cenaban el señor del palacio les platicó  sobre algunos problemas que tenía su hermano, quien era dueño y señor de la aldea vecina, solicitó los servicios de Miroku y este no se negó, volverían hasta la tarde siguiente.

Cuando después de cenar se sentó junto al peli plata en el exterior del palacio a observar las bonitas constelaciones con su cabeza apoyada en el hombro cubierto por el rojo de su hauri, fue que su siempre pesadilla se cumplió una vez más.

Fuera de cumplirse el anhelo que tenía esa noche, por muy tímida que fuera o por muy zorra que pareciera, ella deseaba volver a ser una con él. En el calor de una habitación, sobre un calientito futón, paso lo contrario, lo sintió tensarse, para luego cerrar sus ojos y ver como su afilada nariz se movía peculiarmente, muy seguro, olfateando algo. Él abrió sus grandes orbes doradas y mientras veía al cielo, habló.

-Ki… kyo… - Kagome vio en la misma dirección y ahí en el cielo obscuro pero resplandeciente estaban sus serpientes caza almas.

Su pecho se encogió y un nudo se atoro en su garganta haciéndole difícil pasar saliva, sabía lo que vendría.

Inuyasha se puso de pie sin tomarse la molestia de pensar en ella un segundo, observo como estaba a punto de emprender su camino. Ya no pudo no hablar, necesito detenerlo, esto le dolía mucho, y ya no se permitiría seguir sufriendo esta agonía cada vez que como una estúpida, lo tenía que ver marcharse con el que se sabia era o había sido el gran amor de su vida. Por Dios, que ella le había entregado su cuerpo y su misma alma una semana atrás, en medio del bosque, guiada por el deseo y el amor que le tenía, ese día de luna nueva en la que él se convirtió en humado y de esa forma la tomó, llevándose con esa entrega la preciada barrera que la convertía en una mujer pura. Y aún así a él parecía no impórtale.

-¡Inuyasha! ¿A dónde vas, vas de nuevo tras Kikyo?

-Debo hacerlo, necesito saberla con bien – ardió en cólera, no podía más con ello.

-Deja de hacerlo por favor, me duele ver como cada que sabes sobre ella, corres en su búsqueda. – gritó – Kikyo es la mujer que te selló en el árbol sagrado por 50 años, ella no te… -no pudo terminar de hablar, él volteó hacía ella, con sus facciones endurecidas, el ceño fruncido y rabia en sus ojos, se quedó sin palabras.

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