Capitulo 3 "Al final, vale la pena".

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Los personajes de los que haré mención son total propiedad de Rumiko Takahashi, yo solo los tomo prestados para dar vida a esta corta historia.

Bankotsu, le gustaba... le gustaba mucho.

Pero era tétrico el solo pensar en la idea, él era cruel, era un asesino, como podría pensarse a su lado si quiera por una sola entrega que nada debía significar. Lo vio a sus ojos azules destellantes y ennegrecidos por los vestigios de placer al derramar su última convulsión de semen.

Esto no tenía aval, no había un porque, no tenía sentido. Ni siquiera comprendía porque se entregó a él y estaba siquiera pensando en tomar su palabra.

E inuyasha, que pasaría con él, aceptar que lo de ellos se acabó, como hacerlo...

—Bankotsu — los sentidos de él lo alertaron de su llamado — Yo...

Sus ojos se cubrieron de cristal, tomo una pausa y sin absoluto reparo busco despejar sus dudas, había tanto dando vueltas en su cabeza, entregarse a Bankotsu sin un sentimiento era abrumador, aberrante y sin sentido. Sería acaso cierto que el amor de verdad era solo pasión, que la simple codependencia no te lleva a ningún lado y solo provoca algo corto, momentaneo.

Yo... si viajo a tu lado, ¿bajo que condiciones seria?

Las penetrantes orbes azules se entrecerraron, no entendiendo si era realmente tan complicado de entender —¿de verdad no es obvio cual seria tu estatus?

—No lo tengo claro — aclaro la azabache.

Una vez más y repitiendo actos anteriores la tomo de la barbilla con sus dedos y la hizo verlo directamente — mira nena, es más que obvio que tu y yo nos entendemos más que bien en... — se deslizó justo a su oído, con ello la estremeció completamente cuando hablo — el sexo, follar o como lo quieras llamar — se removió en su interior, obteniendo un gemido con ello — no te puedo prometer un tonto amor lleno de cursileria, yo, Bankotsu, el gran líder de los siete guerreros, no me enamoro. Pero sin duda alguna, voy a protegerte como el estupido híbrido no lo hizo y te daré duro cada vez que lo desees.

Ella asustada por tales palabras se puso de pie, el agua que ya se había tornado fría escurrió por su cuerpo, busco salir de la pila de baño — debes de estar completamente demente.

Él la imitó, no tenía nada más que hacer ahí, quería una maldita respuesta clara y consisa, o ella tomaba su oferta o simplemente la declinaba, no pensaba perder su maldito tiempo por un par de estupidas piernas bonitas que lo calentaban tan jodidamente y se le antojaban deliciosas. 
Tenía un maldito trabajo que cumplir, se creía completamente capaz de acabar con la vida de esa sacerdotisa de ropajes extraños y reveladores.
La volteo del brazo para que lo viera de frente.
—No lo estoy, es lo único que te puedo ofrecer, soy un hombre directo y de firme palabra, lo que digo lo cumplo, si vienes conmigo, nunca te veré como una reserva de carne y hueso a la cual cogerme — un argumento duro y cruel que le recordo vilmente el abandono de Inuyasha y el porque no estaba ahí, con ella.

—¿y Naraku? ¿y sus ordenes, acaso es que piensas pasar por encima de ellas?

—Eso es justo lo que haré — ladeo sus labios en una típica sonrisa llena de seguridad.

—¿acaso no temes por tu vida? — cuestionó la joven del futuro.

—Yo no estoy vivo preciosa, si mal no recuerdo hace mucho tiempo mi cabeza fue separada de mi cuerpo — se percató como la hermosa chica que momentos antes le perteneció detuvo su respiración. Ella estaba asustada.
—Se supone que la mujer frente a mis ojos puede percibir los fragmentos ¿no es así? —ella solo asintió— reunamolos juntos mientras la pasamos bien, mataré a Naraku cuando lo logremos.

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