"¡F🍓ck the haters!"
No, el no se creía eso.
Mitch Grassi actuaba fuerte, pero no lo era.
Simulaba que los insultos no le dolían, incluso a veces creía herir de igual forma al otro con sus respuestas, pero aún así dolía.
Cuando se encontraba con Scott lo soportaba, él siempre supo como consolarlo aún sin saber cuán mal se hayaba. La calidez y dulzura que emanaba del rubio lo tranquilizaba, lo hacía sentir bien.
Pero últimamente Scott no hacía mas que salir a quién sabe dónde y poner excusas. ¿Es que incluso él se estaba cansando de aguantarlo? Los demás chicos se encontraban de viaje con sus familias, y no tenían conexión como para llamarlos constantemente y molestarlos con sus problemas.
Mitch se encontraba en su cuarto, observándose al espejo. ¿Era verdad lo que la gente decía? A lo mejor era cierto que se veía muy poco masculino.
"Seguro a Scott le gustan más grandes y fuertes" se dijo pensando en Alex.
Después de todo, ¿quién se fijaría en él?
Se comenzó a acomodar el cabello. No le gustaba, no le quedaba bien, se veía mal, muy mal. Todo en él estaba mal. Llevaba teniendo esos pensamientos desde hacía ya meses, Scott le ayudaba a mantenerlos a raya, pero como dijo, él ya se había cansado de aguantarlo.
Lágrimas de impotencia comenzaron a amenazar con salir de sus ojos, pero no las dejó. Los hombres no lloran, todos decían eso, solamente Scott le...
Demonios, ¿por qué seguía pensando en Scott?
Ya se encontraba llorando, mierda. Se restregó la cara con las manos hasta que se dio cuenta de que no funcionaba, solo hacía que su cara se viera roja, haciéndola ver peor que antes. Comenzó a jalarse el cabello con desesperación, ¿qué es lo que la gente veía mal en él? ¿Por qué había gente tan mala? Acabó convenciéndose de que el problema era con él y no de esas personas, solo lograron su cometido consiguiendo hacerlo sentirse más inútil.
Las leves marcas en sus muñecas se lo recordaban.
Además de todo era escuálido, nadie quiere a un escuálido. Era pequeño, a las personas les gustan los hombres grandes, él era demasiado pequeño. Demasiado pequeño para cargar con lo que cargaba. Cada noche era lo mismo, dormir a las 3 por soltar el llanto acumulado todo el día. Scott ni siquiera llegaba algunas veces, y el ya lo agradecía. Agradecía que no lo viera llorar pues así sentía que aún no lo perdía.
Amaba a Scott, más que a sí mismo, pero era mayormente debido a que amaba a cualquiera más que a sí mismo. A cualquiera excepto a los causantes de eso. Se hacía creer que era algo menor, que amaba a todos sus amigos; se lo hacía creer cada noche repitiéndolo entre dientes y llantos, sólo para no tocar fondo al reconocerse atrapado en un amor no correspondido.
Porque era imposible que Scott le correspondiese. Él era patético, pequeño, delgado, irritante, enojón, maricón, no por ser gay, todos se lo repetían simplemente por gustarle sus uñas pintadas de negro, o arreglarse cuando iba a salir. Se lo repetían por actuar de manera delicada, por su voz, por su ropa. Él simplemente, no era suficiente para Scott, ni lo sería nunca.
Se descubrió tocando el espejo con la mirada perdida en sí mismo, y sin darse cuenta cerró su puño, antes de golpear el pedazo de cristal que sólo le recordaba lo que odiaba de sí.
Soltó un quejido al sentir el punzante ardor de los cristales incrustados en su mano, pero ese dolor solo colmó lo suficiente el vaso para darle el valor que buscaba.
Se jugaba todo o nada, pero eso sencillamente había dejado de importarle hacia tiempo.
Scotty ♡
"Ven a mi cuarto a las 19:35.
Por favor, no llegues tarde, es urgente"