Un rubio de aproximadamente 1.90 estaba en su cama, con el teléfono en la mano mientras otros dos muchachos le recriminaban con el sonido de la televisión de fondo.
—¡Si ibas a estar con el celular no hubiésemos puesto la película, Scott!
Ignoró al barbudo que estaba sentado junto al moreno y continuó tecleando. No era su intención (completamente) ignorar a sus amigos por el teléfono, pero a mitad de la película había oído un sonido que reconocía muy bien: el tono de mensaje de cierta persona.
Y ahora acababa de sonar de nuevo.
Mitch♡
"Scott, la verdad es..."
"Que tengo que decirte algo"
Eso lo sorprendió, pues sabía que Mitch no era de los que se andaban con rodeos. Él solía ir directo al punto; si no le gustaba o que llevabas puesto, no decía "Oye, no te lo tomes a mal, pero realmente..."
No. Mitch iba y te decía "Eso te queda espantoso".
Mitch era un compañero de clase con el que recientemente había comenzado a hablar, principalmente porque después de un debate entre ellos en el grupo de whatsapp de su clase los amenazaron con echarlos si no hablaban por privado. Además de eso había comenzado a sentir cosas por él, a pesar de conocerlo desde hacía relativamente poco. Pero en ese corto lapso de tiempo había aprendido lo suficiente de Mitch como para saber que algo andaba mal.
¿Qué lo tendría tan preocupado como para mandarle esos mensajes?
Tecleó rápido.
"Claro, qué sucede?"
Mitch está escribiendo...
Vaya, sí que se tardaba.
Mitch está escribiendo...
Habían pasado dos minutos.
"Pues..."
Oh santo cielo, debía estar pasando algo realmente malo. Comenzó a preocuparse esta vez de verdad, pensando en llamarlo o ir hasta su casa, hasta que finalmente decidió tras tres minutos de "En línea" mandarle un mensaje. Mas fue interrumpido.
"Me gustas."
Se congeló.
Cada minúscula célula de su cuerpo, la dejó de sentir. Se petrificó en su sitio, sentado sobre la cama, sin siquiera respirar hasta que tuvo que forzarse a hacerlo. Y lo hizo, tomó una gran bocanada de aire, y la soltó en un grito tan agudo y fuerte que hasta el mismísimo Mitch Grassi habría envidiado, mientras arrojaba su teléfono contra la pared y se caía de la cama.
—¡Santa m🍓erda Scott! ¡¿Qué demonios sucede?!
Pero Scott no podía contestarle, estaba arrodillado junto a su cama, encorvado y con sus manos sobre su cara, la cuál se hayaba completamente roja y casi al nivel del suelo.
¿Le gustaba a Mitch? M🍓erda, él aún no les contaba a sus amigos sobre su "opinión" de Mitch. Tendría que decírselos, pues necesitaba su ayuda con ese mensaje.
—¿Scott?—esta vez era Kevin el que hablaba.
—Le gusto a Mitch...
—¿Qué?—Avi creía no haber oído bien.