Parte 2:Escondiendo sentimientos.

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Para ellos sonaba simple, cómo si callar tantas injusticias fuesen cosa común, pero para él, requería de mucha fuerza y simpleza para aquella practica. ¿Pero qué esperaban que él hiciera al respecto?, cuando ellos no mostraban tanto interés cuando se veían sometidos a aquellas injusticias. En aquellos tiempos el creyó con fervor que las cosas habrían de cambiar, pero paso una década y luego otra, donde él ya no veía si al menos su gente estaba al tanto de lo que pasaba.
Sólo un día supo de algo por lo que tantos años habían luchado por obtener, se les estaba siendo arrebatado, quizás pensaban que era el petroleó, los ferrocarriles, quizás la electricidad, pero para él había algo más importante que todos esos bienes materiales, que sí, seamos honestos, los necesitaban, les hacía bien tenerlos, pero sin eso , entonces nada tendría sentido.
-¿cómo que debo hacer caso a Estados Unidos?-pregunto consternado, su jefe sonreía cómo si todo estuviera bien.
-Tranquilo, sólo será un tiempo, tenemos una crisis económica y necesitamos de ese préstamo, comprendes, ¿verdad?-Alejandro bajo la mirada, impotente.-Ellos lo necesitan-dijo con más seriedad. En esos momentos México todavía era relativamente joven, así que no comprendía bien, cuando le mentían o de verdad eran sinceros. Entonces levanto la mirada y sonrió, dando una afirmación con la cabeza, tal acto lo imitó su jefe-estupendo, sólo necesitamos que el peso vuelva a la normalidad y todo estará bien, puedes retirarte-eso fue lo que hizo Alejandro, sintió que sus mejillas le dolían, últimamente sonreía de forma muy forzada y sus mejillas comenzaban a pasarle factura.
-Sólo será un tiempo, no pasa nada-susurro con cansancio. Se sentó en el jardín viendo los girasoles con una sonrisa más delicada. Le calmaba estar ahí, sin ruido, sin aparentar nada.
Unos pasos a sus espaldas lo pusieron en alerta y volteo por inercia. Vio al hombre de los lentes frente a él, desvió la mirada abrazando sus rodillas. Realmente rezaba porqué todo eso durase poco, porqué realmente funcionara de algo-¿qué necesitas?-pregunto con frialdad y sintió unos brazos rodear su cuerpo, sólo miró hacía un costado, resignado.
-Si-respondió con sencillez, todavía no se le daba bien el español, por lo que sólo respondía con frases sencillas, pero siempre a meritaban una acción que para Alejandro, repercutía en su orgullo-te necesito a ti-termino su frase y beso su cuello, tal beso lo marco. Ojalá y...algún día eso llegase a su fin, ojalá y...Ojalá y...
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Abrió sus ojos encontrándose frente a un español, que lo miraba con dolor. Se veía pálido, cansado e incluso había perdido algunos centímetros de altura.
-Eres un idiota, aún no tienes la fuerza para esto, te vas a arrepentir, ¡¿por qué deseas tanto separarte de mí?!-esa pregunta lo tomo desprevenido. que porqué quería independencia...¿por qué?. Abrió y cerró los labios, sin saber que responder exactamente. Ahora ese hombre frente a él sonreía, cómo si le dijese en silencio: "¿ves?, te lo dije".
-Ser nación no es tan fácil-un joven estaba frente a unas tumbas, con un ramo de girasoles en una de sus manos. Con el cabello caoba sujetado en una cola baja, siendo más alto que él. Por algún motivo le pareció conocido-Pero...Me haré más fuerte, por ellos-su voz sonaba tan firme que le daba miedo, sintió nostalgia y bajo la mirada-¿no te cansas de siempre quedarte en silencio?. ¿De siempre ver sólo tus pies cómo si no hubiese cielo?-pregunto aquella voz. Cuando, sorprendido, levanto la mirada, se dio cuenta que sus ojos eran casi iguales, con la única diferencia que los contrarios tenían llama, transmitían algo que a él le hacía falta-.
El joven se desvaneció y ahora frente a él, estaba una escena terrible, dolorosa.
A pies de aquél valle, los cuerpos sin vida descansaban en el barro, bañados en la sangre que era ejemplo de la batalla que se acababa de perpetrar para quedar escrito en las hojas del futuro.
-¡no!...¡maldición no!-la voz de alguien parecía querer romperse la garganta. Siguió la voz que le erizaba la piel. Entonces, fue que vio a un joven demasiado delgado, abrazando el cuerpo sin vida de un casi niño, enterrando su rostro en el pecho de este-¡maldito!, ¡asesino!, ¡invasor!, ¡maldito cobarde!-sus lágrimas resbalaban por sus mejillas y temblaba, quizás por la lluvia, quizás por el dolor, por la rabia-¡me levantaré, me levantaré ya lo verás!, ¡por ellos, por todos ellos, por los que murieron, por los que nacerán!-Sus ojos se abrieron. Entonces él luchaba por...Cuando estaba por llegar a alguna parte, unas manos obstaculizaron su mirada.
-No hay necesidad de escuchar más...Ni de mostrar más. Aquí estoy, confía en mí-Alejandro advirtió que este sonreía, haciendo que sus labios se secaran.-Es más fácil, sólo déjame el resto a mí...Yo no te fallaré-susurraba. Mentía, mentía, lo sabía, pero...¿para qué luchar?.
Cuando nos dejamos engañar y volvemos a repetir el mismo momento una, otra y otra vez, el suceso se transforma en habito y los hábitos sientan bien a los seres vivos.
Por eso habrá que ser muy precavido con lo que hacemos, porqué si algo tóxico se vuelve hábito, entonces eso, eso se vuelven cadenas y la llave siempre será: la sinceridad y mostrar eso que tanto ocultamos, para entender mejor, que es eso que debemos cambiar.

Sin tregua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora