𝐒𝐀́𝐋𝐕𝐀𝐌𝐄 | sᴠᴛ ➳ 𝓛𝓮𝓮 𝓙𝓲𝓱𝓸𝓸𝓷

♡༘࿔ c a p í t u l o 0 3

capítulo 03;
𝐔𝐧𝐚 𝐋𝐢𝐞𝐛𝐫𝐞 𝐘 𝐔𝐧 𝐋𝐞𝐨́𝐧

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—¿Cómo debe ser ella?

—En eso soy algo estricto —responde y lame sus labios encogiéndose de hombros—, tú sólo debes seguirme la corriente cuando mi padre se encuentre presente.

Vuelve a evadirme sacando algo de unos cajones que forman parte del closet tarareando una melodía pacífica para luego entregarme unos pantalones y camisa celeste para dormir.

—Gracias —murmuro aceptando el atento gesto—... ¿debo cambiarme aquí?

—¿En dónde quieres hacerlo?

—Me refiero a si lo haré aquí, contigo presente —completo al verlo confundido.

Parece pensarlo por unos segundos mirando al suelo y mordiendo sus labios.

—Me voy a cubrir y tú te cambias de ropa rápido ¿te parece?

—Pero no mires —advierto temerosa.

—Sí lo que digas, lo que digas. Apúrate —desde ya empieza a presionar mientras deja caer su peso sobre la cama quedando boca abajo y tal como dijo, cubrió su cabeza con ayuda de la almohada.

Aunque por un momento dudé y esperé a ver qué movimientos extraños podía hacer; como pretender girarse lo cual no sucedió, me di a la tarea de quitarme el vestido o al menos eso tratar porque los broches quedaban lejos de mi manos y por mas que intentaba estirar mis brazos o doblar mi cuerpo era imposible acabar con su desesperación que presionaba con fuerza.
En respuesta bufé molesta por el inservible y malhecho vestido, mas su desesperante actitud.
No consigo quitarme ésta basura de encima y él no ha parado de alardear. Es una exageración, no han pasado ni dos minutos.

—¿Ya? —lo escucho desde la cama.

—¿Puedes ayudarme? —me rindo pidiendo ayuda temerosa.

—¿Pasaron minutos para nada? —reclama saliendo debajo de la almohada con el cabello alborotado—, comenzaba a ahogarme..

—No exageres mentiroso —lo interrumpo—, es que no alcanzo los broches ¿puedes hacerlo por mi? —titubeo un tanto desconfiada de mis propias palabras.

Muerde su mejilla por el interior a la par de juntar sus cejas, me deja saber que no esperaba algo así de repente y nos quedamos en silencio, con las miradas puestas en la otra.
Apuesto a que el sonrojo está sellado en mis mejillas pero me evité pensar en eso, al parecer era más importante no apartar ojo del otro. Nunca sentí calor en esa zona, podía sentir a mis piernas debilitarse mientras mis manos jugaron nerviosas al ver como él sólo ladeó la cabeza con ambas manos posadas en su cadera.
No sabía si mis acciones ante el chico eran normales o estaba a punto de sufrir un ataque.