𝐒𝐀́𝐋𝐕𝐀𝐌𝐄 | sᴠᴛ ➳ 𝓛𝓮𝓮 𝓙𝓲𝓱𝓸𝓸𝓷

♡༘࿔ c a p í t u l o 1 0

capítulo 10;
𝐂𝐮𝐩𝐜𝐚𝐤𝐞

══════◄••🍒••►══════

—Jihoon, ese pedazo de carne es mío —reclamo con un tono alterado.

Es la segunda vez que se roba una porción de mi plato.
Intento tener mi comida de vuelta pero soy interrumpida en pleno acto por unos golpes insistentes en la puerta, busco la mirada del chico pero este con malicia y gracia se mete de un bocado la carne hurtada.

El chico cree que estoy molesta cuando me levanto de la mesa, y viene detrás de mí, pero mi única intención solo era abrir la puerta.

—Nae espera, compremos mas carne.

—¿Por qué trajiste esa pelota? —una voz femenina cuestiona al otro lado de la puerta.

—La encontré cerca de la ventana rota —responde esta vez una voz infantil, muy aniñada, ni siquiera la chiquilla podía articular bien las palabras.

Pero lo suficientemente entendible para que de inmediato Jihoon huyera de nuestro alcance corriendo hacia el interior de la casa. Y de prisa, de hecho más rapido que él corro hasta alcanzarlo.

—Tú rompiste la ventana, te dije que yo no abriría —hablo en susurro con precaución de no ser escuchada allá afuera pero con intención de que sea audible y entendible para el chico pasando después por enfrente de él.

—No Nae, abre la puerta esta vez, solo esta vez —pide alcanzando a tomar mi brazo.

—¿Y qué le voy a decir?

—Que lo vamos a pagar.

—Fácil ¿no crees?, puedes decírcelo tú —sujeta mis brazos acercándose más, con la mirada fija en la mía, casi convirtiendo el momento en un show de hipnosis.

—No, que tal y la mujer molesta quiere golpearme —ante tal suposición me carcajeo con disimulo. Y ya sin decir mas, me dirijo hacia la entrada, caminando al mismo tiempo de negar por la actitud infantil del pelirrojo que con cautela y a paso lento viene detrás de mi.

Con un clima frío y fuerte viento, me encuentro de frente con una mujer de tal vez unos 30 y tantos años. Con elegante vestir, semblante serio y postura firme, a simple vista y simple juzgar opino que sí sería capaz de golpear a Jihoon con su bolso de capacidad de veinte kilogramos.
Toma de la mano a una pequeña que come una galleta enorme. Y así permanece en silencio.

—Buen día nena —me saluda intentando sonreír— ¿Se encuentran los hombres?

—Duermen aún —miento sin saber que otra respuesta pudo ser mejor.