No, no te equivocas

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El amo

Keanan y yo hemos estado hablando de Texas toda la mañana. Después de que ella se fue de mi despacho, tras darme el parte diario sobre Nueva York, hemos repasado los informes que he podido reunir esta semana sobre ella. Traerla no estaba dentro de mis planes, pero fue la única posibilidad que vi para que Nueva York accediera a venir conmigo.

La primera vez que la vi fue en una fiesta benéfica, lucía un precioso traje blanco con el que parecía un ángel. Sus perfectos rizos rubios y sus profundos ojos azules me hicieron creer que estaba teniendo una visión celestial. Fue su sonrisa la que firmo su sentencia, iba a ser mía, lo decidí en ese momento. Texas por el contrario es más tosca, no es tan delicada. No hubiera pagado por ella ni un euro, no al menos cuando la vi bajar de ese barco.

Al día siguiente de llegar fue cuando Keanan vio a Texas. Se la quedó mirando de manera extraña, con todos esos golpes en la cara no se podía apreciar si era bonita o no, así que no sé qué miraba. Tampoco quiso decírmelo. Él sabía que en el momento en que decidí en ese muelle que ella también venia había mandado que la investigaran y me dieran toda la información sobre ella. Keanan solo me dijo que cuando tuviera toda la información me contaría. Confío en él, si fuera algo que pusiera en peligro a mi organización o a mi familia me lo habría dicho de inmediato. Así que cuando anoche le avise que ya tenía los informes me dijo que a primera hora estaría en mi despacho para hablar. Y así había sido, tan a primera hora que incluso había venido antes que Texas.

— No tiene sentido — dijo Keanan sirviéndose una copa en una de las salas de la planta de abajo, el despacho no tenía los licores que a él le gustaban, así que habíamos trasladado la reunión allí.

— Mi gente dice que ella no es Karen Parrish. Cuando la secuestraron llevaba ese nombre en su identificación, pero lo han comprobado. Sí que existe una Karen Parrish en Texas, es una administrativa de cincuenta años que trabaja en el hospital Saint Peter's. Cerca de donde la secuestraron.

Anoche cuando leí el informe yo tampoco podía creerlo. Según los papeles que tenía delante esa chica no era Karen Parrish. Cuando la habían secuestrado en un callejón cerca del hospital llevaba su bolso y en él, la documentación donde decía que si era ella, pero era un carnet falso. Su foto sí que era la del carnet, pero todo lo demás no coincidía con ninguna persona real, no al menos con esa edad o esa apariencia. Pedí a mis chicos que indagaran sobre personas desaparecidas de la zona pero nada. Ampliamos el radio a la ciudad, pero nada. Incluso al estado, pero nada. La chica que tenía viviendo bajo mi techo desde hacía una semana era un fantasma.

— Entonces ¿Quién demonios es? —preguntó Keanan mirando su vaso de licor.

Lo vi girarse cuando una de las chicas pasó delante de la puerta. Un momento después volvió a girarse, esta vez tenia cara de no estar seguro de si había pasado alguien.

— ¿Has visto pasar a alguien? — me preguntó apuntando hacia la puerta.

— Si, una de las chicas del servicio, no se cual.

— Texas, ella ha pasado. Digo después.

El cómo pudo saber que era ella es un misterio para mí, pero Keanan era conocido por tener ojos en la espalda.

— No he visto nada más.

Keanan me miró y miro de nuevo hacia la puerta, seguro de haber visto algo pero molesto por no saber el qué.

— ¿A dónde vas? — le pregunté mientras salía de la sala.

Me miró pero no dijo nada, así que simplemente lo seguí en silencio. Giramos hacia el pasillo del cuarto de lavadoras y entonces oímos un grito de hombre.

BORN TO BE FREEWhere stories live. Discover now