ANACONDA (capítulo 9)

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Personajes

Cruzada: es una yarará emprendedora, muy audaz y muy valiente, capaz de arriesga su vida por salvar a las demás.

La Ñacaniná: es la más valiente y veloz. Es la que tiene las ideas más certeras y sensatas pero nadie la hace caso, por considerarla una serpiente sin veneno.

Terrífica: la más mayor, que ejerce, por su edad, el reinado de las víboras. Es vigorosa y tenaz.

Lanceolada: hermosa y temerosa, convoca al congreso al detectar el peligro que conlleva la presencia del hombre.

Hamadrías o cobra real:, es una serpiente de origen asiático que utilizan los humanos para extraer su veneno. Tiene grandes ansias de poder y ejerce como líder, aunque sus ideas estén equivocadas. Quiere imponer su criterio y es muy soberbia.

Anaconda: es la serpiente buena, que intenta poner las cosas en su sitio, razonadamente, pero nadie la hace caso. Finalmente es la que se enfrenta a Hamadrías y la vence en un combate a muerte.

Los Hombres: requieren las víboras con su veneno para producir suero

El Perro: avisa de la presencia de las serpientes

El Caballo

Este cuento trata, sobre la historia de un grupo de serpientes que quieren luchar contra unos hombres, cuyo fin es quitarles o “robarles” su veneno para realizar vacunas inmunizadoras. La historia comienza cuando una yarará (víbora), se acerca a una casa, que hasta no hace mucho tiempo había estado deshabitada, y ahora se encuentran en ella cuatro seres humanos, un perro y unos cuantos caballos. Un día, Lanceolada, que así era como se llamaba esta yarará, asustada por la llegada del hombre a esta casa, convoca al Congreso de Víboras en una caverna, que era el refugio de la serpiente más vieja y una de las más venenosas, la cascabel, que entre ellas recibía el nombre de Terrífica. En este congreso se reunieron casi todas las especies de yararás de la zona, y discuten que plan deben seguir ante el posible peligro que las acecha. Finalmente, a propuesta de Cruzada, se decide pedir ayuda a algunas de sus primas las culebras. Cruzada se ofrece para hablar con Ñacaniná (culebra que se caracteriza por su enorme velocidad al desplazarse) para convencerla de que se acerque hasta la casa para espiar que está pasando y cual es la intención de los hombres. Ñacaniná se acercó a ver lo que decían, y tuvo suerte de que no la mataran al ser vista por un ser humano, que la reconoció y no la cogió ni la mató por ser una culebra. Ésta, alarmada, fue corriendo al Congreso de las Víboras, y les advirtió de lo que querían hacer los seres humanos era cazar a todas las víboras de la región y sustraerles el veneno para hacer un antídoto de inmunización y montar así un Instituto Seroterápico. Todas las serpientes quedaron atónitas de lo que la Ñacaniná les contaba. Cruzada se levanta en el Congreso y decide empezar por si sola la lucha contra el hombre acudiendo a la casa. La Ñacaniná le advierte del peligro que supone ir a la casa a cualquier serpiente venenosa, sobre todo porque disponen de un perro inmunizado que olfatea y pone al descubierto a cualquier víbora que se acerque. A pesar de todo Cruzada decide ir. Al día siguiente Cruzada fue a la casa. Allí se encontró con el perro negro, a quien mordió en el hocico y creyó haberlo matado, pero uno de los hombres la coge con un palo y la mete en el serpentario. Allí conoce a otra serpiente procedente de la India, cuyo nombre es Hamadrías o cobra real. Ésta le dice que el perro que creía haber matado, no está muerto pues estaba inmunizado contra las picaduras de serpiente. Hamadrías propone un plan a Cruzada para escaparse. Cruzada se deja morder por Hamadrías para hacer creer a los hombres que está muerta. En efecto, los seres humanos, al encontrarse a Cruzada tendida en el suelo piensan que ha sido atacada por Hamadrías y la arrojan por la ventana. Luego, cogen a Hamadrías para sacarle el poco veneno que le tenía que quedar. En ese momento Cruzada aprovecha para morder al hombre que tenía cogida a Hamadrías, dejandolaí caer al suelo, la cual a su vez muerde al que era el director del Instituto. De esta manera logran escapar. Al llegar al Congreso de las Víboras, se planifica desde allí un ataque a los humanos. Se hacen dos propuestas. Una la hace Hamadrías, según ella debían atacar a los caballos. La otra propuesta la hace Ñacaniná, que según ella debían atacar primero al perro. Hamadrías deseosa de ostentar el poder consigue convencer a las demás que su plan es mucho mejor. La única que apoya a Ñacaniná es otra serpiente no venenosa, Anaconda, a la cual tampoco hacen caso por considerarla extranjera, ya que no es una especie de esa región y que ha llegado hasta allí de forma accidental. El ataque que realizan pone de manifiesto que realmente la razón la tenía Ñacaniná, ya que al atacar a los caballos realmente lo que hacen es salvarlos ya que por estar inmunizados contra las picaduras de víboras lo que realmente necesitan es inyectarles diariamente una dosis de veneno. Además en el ataque son descubiertas por el perro y los hombres matan a un montón de víboras que habían participado en el ataque. Finalmente, viéndose perdedoras, las víboras deciden retirarse y se vuelve a dar un nuevo enfrentamiento entre Hamadrías y Ñacaniná. Hamadrías propone refugiarse todas juntas en la cueva y Ñacaniná que haya una desbandada para que a los hombres les sea más difícil perseguirlas. De nuevo Hamadrías es capaz de convencer a las víboras que quedan y deciden refugiarse en la cueva. Los humanos enfadados por lo ocurrido, ven en busca de las víboras. Cuando estas ya se sienten acorraladas Anaconda mantiene una lucha a muerte con Hamadrías, pues da por concluido el Congreso y por tanto ya no se siente obligada a respetar la Ley de las víboras que obliga a que no haya peleas entre ellas mientras dura un congreso. De la pelea sale vencedora Anaconda que queda malherida. El cuento finaliza matando los hombres a todas las víboras y llevándose capturada a la Anaconda.

Cuentos De Amor Locura Y MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora