Personajes
Inés: Pálida, con una de esas profundas bellezas que más que en el rostro hermoso reside en la perfecta solidaridad de mirada, boca, cuello, sin ser en lo más mínimo provocativa, cuerpo hermoso.
Esteban: un hombre de más de treinta y cinco años, de barba rubia y ojos azules de mirada clara y un poco dura.
Padilla: narrador, un muchacho joven.
Marido: Opulento almacenero, vulgar y mucho mayor que Inés.
Este cuento trata sobre el amor, la añoranza y los recuerdos. Concluía el primer acto de Tristán e Isolda, y observé a mi compañero. En efecto, después de la mitad del acto mi vecino, fijó sus ojos en el palco. Ella en la penumbra, lo miraba también. Me pareció más pálida aún. Se miraron fijamente, Durante el tercero acto, mi vecino salió por el pasillo lateral. Miré al palco, y ella también se había retirado. El no volvió más, y el palco quedó vacío. Al cabo de unos días lo encontré, Le cuento esto a usted, como si se lo pudiera escribir, por dos razones: Primero, porque usted tiene un parecido pasmoso con lo que era yo entonces, La conocí hace diez años, y durante los seis meses que fui su novio hice cuanto estuvo en mí para que fuera mía. La quería mucho, y ella, inmensamente a mí. Inés por esto cedió un día, y desde ese instante mi amor, privado de tensión, se enfrió. Nuestro ambiente social era distinto, y mientras ella se embriagaba con la dicha de poseer mi nombre, mi fortuna no alcanzaba, yo vivía en una esfera de mundo donde me era inevitable flirtear con muchachas de apellido, fortuna, y a veces muy lindas. En consecuencia flirteé con una amiga suya, mucho más fea, pensé entonces en el modo de romper con Inés, su amor era demasiado grande para no iluminarle los ojos de felicidad cada vez que me veía llegar. Una noche fui allá y fui frio, e injusto sentí, que las lágrimas brotaban, te hice el honor de ser tu amante, y debes estarme agradecida. Estas fueron mis palabras, y mientras yo salía a buscar mi sombrero en el corredor, su cuerpo y su alma entera se desplomaban en la sala. Entonces, en ese instante, sentí intensamente lo que acababa de hacer había enlodado en un segundo el amor más puro que hombre alguno haya sentido sobre sí, y acababa de perder con Inés. Salí enseguida de Buenos Aires, Volví a los ocho años, y supe entonces que se había casado, a los seis meses de haberme ido yo, al verla sentí la desolación de haberla perdido, como si no hubiera pasado un solo día de esos diez años. ¡Es demasiado tarde.
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Cuentos De Amor Locura Y Muerte
De TodoTexto Resumido, se recomienda para tener una lectura fácil y rápida! Espero que os guste.