CAPÍTULO 5

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[SIN EDITAR]

Vivir sola le daba muchas libertades.

La Universidad quedaba a un viaje en autobús, por lo que de normal no le hacía falta madrugar para poder llegar a tiempo.

No tenía que dar explicaciones a nadie. Sus padres sabían que era responsable y no llamaban más veces de las necesarias.

Su apartamento no era muy grande, pero era muy luminoso y tenia XE

No era muy desordenada, por lo que la limpieza era mínima.

Era.

Con Happy, su nuevo compañero de piso, el tenerlo todo limpio y ordenado era algo muy relativo.

Su nuevo inquilino a la vez que tierno y pequeño era casi hiperactivo. Devoraba su comida que daba miedo, se la pasaba todo el tiempo dando vueltas por todas partes con ganas de jugar y le había cogido cariño a uno de los cojines de pelo rosa que se encontraban encima del sofá.

Desde que llegó sus queridos y suaves cojines estaban siempre en el suelo donde su nuevo compañero jugaba la mayor parte del día.

No se quejaba.

La verdad es que era hasta divertido.

Nunca había tenido muchos amigos y normalmente sentía que su apartamento se le venia encima. La soledad a veces era muy dura y mas cuando los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y los trabajos se acumulaban.

Happy era la compañía que necesitaba. Jugaba con él cuando se estresaba entre tantos libros y le daba mimos cuando descansaba.

En ese momento ella se encontraba sentada cerca de Happy con la mesa de delante del sofá llena de libro, papeles y su ordenador. Tenía que entregar algunos trabajos y prepararse algunos examenes.

Vestía unos pantalones negros sueltos y una sudadera algo grande blanca y unos calcetines que usaba siempre que estaba por casa.

Estaba medio enterrada entre todos los libros y papeles cuando el timbre de la portería sonó por toda la casa haciendo que tanto ella como Happy levantaran la cabeza con sorpresa.

Se acercó con rapidez al interfono, y al distinguir las voces de sus dos, y casi únicos, amigos los animo a subir dejando la puerta de entrada entrecerrada para que no hiciera falta el estar pendiente de abrir cuando llegaran.

Mientras esperaba por ellos se acercó a la cocina para sacar algo de beber para la no tan inesperada visita de la pareja.

-¡Rubia!- grito Sting abriendo la puerta de golpe y entrando con toda confianza como si el mismo viviera allí- Rogue dice que...

Las palabras del rubio murieron en su boca cuando sus ojos se encontraron con los ojos negros del pequeño animal de color azul que estaba cómodamente tumbado en la alfombra de pelo largo que había en medio el salón y debajo de la mesa de centro mientras jugaba con una pelota verde.

-Gato...- dijo en un susurro para sí mismo mientras dejaba la chaqueta que llevaba en uno de los sillones que estaba mas cerca de la entrada- Lucy ¿Tienes un gato?

-No seas idiota- dijo Rogue apareciendo detrás de su novio con una mochila en la espalda y unas cajas de pizza en las manos, pero igual que el rubio se quedó parado detrás de él mirando con incredulidad al gato- Gato...

Lucy salió de la cocina con una sonrisa nerviosa y con una bandeja con tres vasos y unas latas de refresco.

-Si...- dijo nerviosamente mientras pasaba por delante de ellos y dejaba la bandeja a un lado de la mesa de café donde no molestara a sus libros- Es algo largo de explicar.

El gato del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora