I'll be ok

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Todo se rompe, tan sólo un instante de debilidad es necesario para sentir cómo se rompe todo una vez más. 

 Sin estímulos. 

 Sin prejuicios. 

 Tan solo una pequeña explosión que enciende la mecha. 

 Y que todo lo arrasa. 


 Hace años escuché una canción que decía: Piensa en lo que piensas cuando lloras. 

 Podría hacer una lista interminable de razones por las que lloro casi a diario, pero la mayoría no tienen más que unos instantes de vida. Son pasajeras o incluso ridículas, a veces hormonales y otras sin sentido. 

 Pero necesitaba escribir, necesitaba encontrar un escape en esta jaula. 

 Hay una parte (de tantas) en mí que desearía gritar y liberarse de todo el dolor que nos martiriza. Dejar ver al pequeño monstruo que vive en mi interior. 

Es una locura, ¿no crees? Que haya personas reales que descubran mis mayores secretos, las raíces de mis torturas, lo que pienso de verdad cuando lloro. 

Hacer más daño del que suelo hacer no está permitido en mi república. 


Pero entonces llega la debilidad. Los muros caen y la batalla comienza. Los gritos y las risas entremezcladas como veneno por mi sangre.

Tengo que esconderme, debo desaparecer. 

Nadie puede disfrutar de este juicio sin escrúpulos.

El alcohol ahogará sus voces hasta el silencio. El dolor hará que todo desaparezca. 

Y tras la tormenta, siempre llega la calma, ¿no? O será más bien la soledad, las mentiras, la rabia contenida. 


El miedo. La idea de que en algún momento se producirá una explosión que acabará con todo, que se escapará de mis manos y no podré controlarla.

Que arrasará con todos los que me quieren. 

Es entonces cuando necesito que todos desaparezcan de mi vida. Que nadie se exponga a esta radiación que lo envenena todo. 


El pequeño soldado debió estar siempre solo para ser feliz. Sin heridas ni batallas. Sin historias que guardar ni finales que cambiar. 


Perdón por todos los desastres que voy a causar.

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