Capítulo 1

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Las pisadas en la acera fría resonaban con un compás constante, este muchacho iba junto a sus amigos caminando con pies ligeros hacia la discoteca, simplemente era la alegría de estar junto a alguien más compartiendo la diversión que tanto añoras tener al fin de la semana.

Desde el otro punto de vista, un chico dentro de su apartamento yacía haciendo nada más y nada menos que algún proyecto "importante" de la Universidad, estaba a punto de acabarse este martirio y tenía que dar todo de sí.

Pero se sabe que dar siempre el ciento diez por ciento de tu persona puede llegar a ser sumamente agotador.

"Disco a eso de las diez, me contaron que tal vez esté ahí el chico con el que te topaste la otra vez. Parecía amigable."

Un mensaje en el teléfono de este muchacho de cabellos castaños fue lo que lo desenterró del continuo estrés. Se alzó de la silla y alejó del computador con un poco de alivio, por un largo rato podría olvidarse de sus deberes, aunque irónicamente eso le traería más nervios después.

Los caminos que unen a las personas usualmente son extraños, pero al final se acaban y cumplen su objetivo.

Unir dos almas que se complementan.

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Sujetó su pelo en un revoltoso "man-bun", sus hebras largas no permitían que todos los pequeños cabellos quedaran recogidos en su peinado, aun así, a él le gustaba como se le veía.

"Espero que le guste..."

Una última sonrisa de auto ayuda se dio a si mismo frente al espejo de la entrada antes de tomar su billetera, percatarse que traía sus llaves en el bolsillo y revisar que ninguna de las luces dentro de su pequeño hogar estuvieran encendidas.

Las botas que hace un rato resonaban por la acera ahora lo hacían encima de un piso con baldosas oscuras, con otras de colores llamativos, en definitiva era como transportarse a otro mundo, un mundo donde por poco podrías hacer lo que te plazca.

Un mechón amarillo caía sobre la frente de este muchacho en la disco, se preguntaba si ese gigante con el que se había topado unas semanas atrás estaría presente el día de hoy.

Esperaba que si.

No entendía el por qué, un par de palabras cruzaron cuando chocaron uno con el otro ese día, únicamente disculpas, miradas sinceras.

Y no dejaba de estar en cada rincón de su mente.

Una voz a su costado lo hizo reaccionar.

— ¿Pasa algo? —preguntó su mejor amigo, con la mirada totalmente posada sobre la del contrario.

— No, ¿por qué lo dices? —denegó la suposición de su amigo lo más veloz que pudo, pero el color de sus mejillas lo delataba.

— Cuando tienes algo siempre tocas tu cabello. —le sonrió con comprensión, refiriéndose al mechón de hebras amarillas que colgaba de su cabeza.

Un "estoy bien" salió de los labios de este muchacho y siguieron su camino entre todas las personas hasta al fin, poder dar con una mesa vacía.

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