a p u e s t a

1K 138 24
                                    

Changbin parecia muerto en vida, con lo sucedido el día anterior todo había empeorado para él, no pudo dormir.
Vamos, conocía perfectamente a Felix y sabía de lo que era capas el rubio estando enojado.

Una vez que Felix se había ido Changbin seguía lamentándose en su silencio, entre lágrimas.
Luego de sentirse completamente agotado y sin una lágrima más sólo se acostó en su cama, se metio entre su sabanas tapándose hasta la cabeza.
Su habitación era un desastre, su sofá era un desastre, los almohadones de este estaban desparramados y los puños y patadas de felix aún estaban marcados.

Su madre lo llamó más de cinco veces, él simplemente no contestó ni abrió su puerta, importandole poco que su madre estaba preocupada.
Sabía que estaba entrando en una maldita depresión, sabía que era una mierda y su mente no dejaba de repetirselo una y otra vez, haciendo que se sienta peor de lo que se sentía minutos antes.

Su teléfono vibra, varios mensajes llegan a él, un numero desconocido aparece en su pantalla de bloqueo.

Desconocido.

Hey, Changbin
Soy Hyunjin...
Sólo queria que sepas que lo de anoche... fue una apuesta, gracias por dejarme ganar, eres bueno en la cama
Hasta luego.

El mundo se destruyó, él esta destruído, es un asco, todo es un asco, ese chico es un asco, todo era malditamente asqueroso para él.

Su corazón se oprime, utilizado... así se siente, se siente como una cosa a la cual compras para usarlo una vez y luego olvidarlo, Changbin se sentía una cosa insignificante, por qué lo es y su conciencia se lo dice una y otra vez, haciendo que el menor se sienta más débil que nunca.

Golpes se escuchan en la puerta de su habitación, él sólo cierra sus ojos esperando a que la persona que estaba esperando a que él abra, se vaya, no queria que lo vean hecho un desastre, no queria que lo vean sucio. Es que Changbin realmente no estaba sucio, él se sentía sucio por entregarse a un chico que no fue su pareja, por haber cometido un error, por ser un maldito bastardo regalado, así se siente.

—Binnie—en esos instantes changbin se asomó rapidamente a la puerta para escuchar mejor la voz, para saber si era la persona a quien necesitaba.—Binnie, ábreme, soy Jisung...

Jisung se había enterado de todo, ¿por qué? Simple, eran las diez de la noche cuando vio a felix peleando con otro chico, viendo como el rubio estaba encima del cuerpo de otro dandole fuertes golpes en la cara del contrario. Cuando Jinsung separó a felix y lo alejó lo suficiente para que no volviera al lugar de antes, le preguntó que mierda pasaba por su cabeza, entonces a los gritos felix le confesó lo que tanto le dolió escuchar.

No tenía esperanzas de que Changbin le abriera, no sabía si su mejor amigo haría tal cosa en un momento como ese, pero necesita verlo, necesita acompañarlo en un momento tan duro, después de todo... él siente que tiene parte de la culpa.

Changbin saca el seguro de la puerta y la abre lentamente, dejando que Jisung pase. Este, un poco dudando y nervioso se adentra a ella, viendo el desastre de la hermosa habitación de su amigo, para luego escuchar como cierran la puerta detrás suyo, rápidamente. 

Jisung gira sobre sus talones y lo ve, lo ve tan decaído, su rostro palido y sus oscuras ojeras. Se podía ver a kilómetros el dolor de Changbin y el menor no dudó ni un segundo que ya se encontraba abrazando al fragil cuerpo de su amigo.

Nuevas lágrimas comenzaron a salir por los ojos de Changbin quien se encontraba abrazando débilmente a Jisung, su frente estaba pegada en el hombro de su mejor amigo, soltaba en murmuros maldiciones mientras que daba pequeños sollozos con dolor.
Necesitaba tanto un abrazo, necesitaba tanto una compañía para ese doloroso momento, necesita a Felix a su lado, necesita que su vida vuelva a hacer la de antes, necesita desaparecer en esos momentos.

—Fui una apuesta, Jisung—hipaba.

Jisung cerró fuertemente sus ojos, aguantando las lágrimas por escuchar tan roto a su amigo, por escuchar esas malditas palabras.
Jisung no podía hablar, se sentía débil, se sentía triste, se sentía roto, por qué Changbin es tan importante en su vida que si él está mal, el corazón de Jisung también lo está.

—Una maldita apuesta, Jisung.—su garganta ardía porque se sentía rasposa hablando con aquel nudo en su garganta.—esa maldita apuesta arruinó mi vida.

Una apuesta. Una apuesta qué arruinó un amor verdadero, una apuesta qué arruinó a una persona con el corazón más hermoso, una apuesta qué dañó dos corazones que no tienen vida si no estan juntos. Una maldita apuesta que rompió todo un mundo de felicidad.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Seducido y engañado?••ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora