Capítulo 02.

9 1 0
                                    


Ya estaba decidido, era ahora o nunca. Se había cuestionado desde hace tiempo ésto y por fin se dió una respuesta, pero no se atrevía a mover siquiera un dedo.

- Descansa, hijo, no tardes en irte a dormir ¿De acuerdo?- la voz de su padre lo sacó de su trance y en ese momento se percató de su miserable situación. Sentado en la orilla de su cama, vistiendo nada más que su ropa interior debatiéndose si debía o no suicidarse.

"Eres un cobarde"

¿Lo decía por querer tomar esa salida o porque no terminaba de agarrar valor y hacerlo?

Vió la luz del pasillo apagarse. Echó su cabeza hacia atrás como si eso le permitiese respirar mejor, mirando al techo en el fondo buscaba una señal, algo que le dijera que esa no era la solución.

¡Por supuesto que esa no era la solución! ¡Él lo sabía!

¿Y si no salía como esperaba y no moría? ¿Cómo se atrevería a mirar a la cara a sus padres?

Sus padres.

Ya habían perdido un hijo ¿Cómo es que soportarían una segunda pérdida? Además ya no eran fuertes y jóvenes como hace años, estaban envejeciendo ¿Quién los cuidaría?

"No es su culpa, los amo, lo siento tanto."

No es su culpa.

Culpa. Eso era lo que él sentía.

Sus padres lo habían criado bien, le dieron una buena educación y nada le faltó. Tuvo lo material y tuvo amor. Se quejaba constantemente por cómo la vida le había pagado a su hermano ¿Así le pagaría él a sus padres?

Ya podía escuchar a la gente decir que había sido un hijo malagradecido y egoísta.

"No puedo" se inclinó cubriendo su rostro con sus manos "no puedo, no puedo, no puedo."

Salió de su habitación rápidamente hacia el baño. Toda esta situación era demasiado, no soportó las náuseas que le causaban sus pensamientos; vomitó hasta que sintió su estómago vacío, sintió salir la presión, la culpa, pudo ver sus sueños y aspiraciones irse a la par de su cena. Después de cepillar sus dientes se miró al espejo, analizó cada parte de él y no pudo evitar sentir que miraba a otra persona; sus ojos cansados, las ligeras ojeras debajo de ellos, portaba una expresión triste ¿En qué momento se había convertido en ésto? No reconocía esas facciones, no reconocía ese cabello ¿Conocía al menos a la persona detrás del espejo?

Kim Jong Dae.

Sí, ese era su nombre desde nacimiento. Sí, le gustaba. Pero no, no lo sentía parte de él. Ahora su apariencia y su nombre le parecían tan distantes, los había pedido prestados y adoptado como ese libro de biblioteca que jamás regresas; sabes que es tuyo ahora, pero no lo sientes tuyo, sabes que no lo mereces.

Trató de sonreír, pero su sonrisa terminó siendo una mueca distorsionada y bajó la cabeza exhalando con fuerza. Ese no era él.


- Anda, cariño, es viernes, sólo presenta tu examen y tendrás libre todo el fin de semana. Tu padre y yo pensamos en ir a alquilar alguna cabaña ¿Qué te parece?- comentó emocionada su madre mientras aparcaba en la entrada de su universidad.- Bueno, a decir verdad, ya la alquilamos. Será un buen fin, ya verás.

El día pasó exactamente igual a los otros días. Una materia tras otra, algún examen poco importante, tarea, almuerzo en compañía de su amigo el buen hombre esqueleto en el salón de ciencias, más materias y más tarea. Estaba cansado de eso, su único consuelo era que estaba a sólo un mes de graduarse.

"Sólo un mes más y me podré ir a la mierda"

Salía tranquilamente del edificio cuando su teléfono vibró bajo su mano. Su madre sólo le llamaba para cosas urgentes así que no dudó en contestar.

- Hola, madre, ¿todo bien?

- Hola, sí y no.

- ¿Sí y no? No entiendo ¿Pasó algo?- su tono de voz sonaba normal, por lo que no se alteró.

- Resulta que tu padre necesita estar en una hora en la matriz de su empresa para una conferencia y está un poco nervioso, tú sabes, por lo de su último accidente. Entonces lo acompañaré para que se sienta más tranquilo, pero el inconveniente es que se había planeado ocupar la cabaña desde hoy por la tarde hasta el domingo temprano.

- ¿Quieres decir que esperas que me vaya solo a la cabaña?

- No será por mucho, nosotros regresaremos el sábado por la tarde, te alcanzamos allá ¿Puedes? Si quieres puedes llevar algún amigo.

- Sí, no te preocupes, tomaré un autobús y allá los esperaré.- un poco de aire fresco lejos de todo puede que le haga bien.

- Perfecto, cariño, ve con cuidado y cualquier cosa nos avisas. Te amamos. Te enviaré la dirección por mensaje.

- Igual, madre, también los amo.

Y así fue como regresó a casa para hacer una maleta, su madre le había mandado la ubicación y era justamente las cabañas que solían visitar cuando era un niño, eso le causó un ligero entusiasmo. Y en menos de una hora ya estaba montado en el autobús, se preguntaba si las cosas habían cambiado mucho por allá.

Una vez en el lugar, caminó hacia las oficinas para recoger su llave. Un hombre alto, bastante alto si lo preguntan, y agradable lo recibió.

- Vienes por parte de los Kim ¿Cierto?- tenía una sonrisa adorable y tan sincera que a Jongdae le dió envidia. Sólo asintió mientras veía el mapa de actividades para el curso de verano.- Me dijeron que vendrías así que me dejaron todo en orden. Es el segundo año que ayudo a mis tíos en oficinas pero nunca me tocó atender nuevos propietarios.

-¿Nuevos propietarios?- lo miró como si fuera de otro planeta.

- Así es, ¿tus padres no t- Oh, oh no, seguramente iba a ser una sorpresa y yo lo acabo de arruinar. Lo siento, no sabía que tú no sabías.- al parecer los que tenía de alto lo tenía de torpe y al parecer sus padres habían comprado una cabaña ¿Para qué demonios necesitaban ellos una cabaña? ¿Acaso ya querían que se fuera de la casa y esa era una indirecta (muy directa)?

- Pues no, ellos no comentaron nada, pero no te preocupes, si me lo dicen fingiré sorpresa.

- Eso sería lo mejor y de nuevo lo siento. Cualquier cosa que necesites me la puedes pedir, hay un teléfono en la cabaña que conecta directamente a ésta oficina así que sólo pregunta por Chanyeol. Que por cierto soy yo.

Cuando llegó al lugar donde estaba la -ahora suya- cabaña sintió un ola de recuerdos golpear su mente. Todo se veía igual, el lago con el pequeño muelle, la llanta colgando de un enorme árbol donde su hermano y él solían columpiarse, mismo árbol que trepaban con papá y del cual salieron con varios rasguños.

Sentado sobre aquella llanta nunca extrañó tanto a su hermano, las guerras de lodo a la orilla del agua, las horas nadando, las risas incontenibles. Era tan feliz en aquellos años. Creyó que sería una buena idea estar ahí, llenar sus pulmones de recuerdos, de infancia. Revivir la inocencia con la que caminaba por la vida. Pero ahora se sentía extremadamente solo, estaba indefenso, vulnerable ante las puñaladas que ese lugar le propinaba sin una pizca de piedad. Le comenzó a ser difícil respirar, sentía que había tragado plomo, sus ojos empezaron a picar.

-¿Por qué? ¿Qué es lo que quieres de mí?

Intentaba retener sus lágrimas pero falló miserablemente ¿Por qué tenía que ser tan débil? Suplicaba al cielo una respuesta, que algún dios sintiera compasión por él, que le sacara ese dolor o que lo llevara con él.

-¡¿QUE ESPERAS QUE HAGA?!

Y rompió a llorar, lloró como no lo hacía desde el funeral de Jongdeok, lloró con la esperanza de que sus lágrimas limpiaran todo el desastre en el que se había convertido. Imploraba perdón si aquello era su karma por algo hecho en otra vida. Estaba desesperado por paz.

"Haz que pare, por favor. Por favor, basta"

❤️~

Terapia † EXO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora