Y ahí estaba, sentado en el diván del consultorio de la psicóloga que sus padres habían pagado. Había aceptado ¿Por qué? Ni él sabía, tal vez sólo quiso que su padre se sintiera más tranquilo o tal vez él en el fondo quería ir. Fuese la opción que fuese, ahora se arrepentía, sentía un nudo en el estómago y el silencio era tal que su respiración y el da-bum que su corazón emitía resonaba en sus oídos. Un alfiler pudo haber caído y él lo habría escuchado con claridad. Dió un respingo cuando la puerta se cerró en un click y el nudo de su estómago pasó a ser un nudo en cada músculo de su cuerpo, tragó en seco ¿En qué momento había entrado esa mujer? Su cuerpo robusto y sus tacones de aguja que se abrían paso a través de la habitación no podrían pasar desapercibidos pero estaba demasiado nervioso y no entendía por qué, sólo sería una sesión de una hora, si no quería hablar, no hablaría, sería posible que así sus padres lo consideraran una pérdida de tiempo y dinero y decidan llevarlo a casa.
— Así que tú eres Jongdae.— la mujer le sonrió y se recargó en el respaldo de su asiento. Sintió que dijo su nombre como si fueran cercanos en un intento de hacerlo sentir en confianza. No sirvió del todo.
— Jongdae.— repitió en voz baja, áspero y pesado, juró que pudo sentir cómo su nombre rebotaba en las paredes hasta desaparecer.
La mujer borró por un momento fugaz su sonrisa para luego ensancharla — De acuerdo, Jongdae, yo soy Ellie. Puedes recostarte si lo deseas, siéntete cómodo, las primeras sesiones suelen parecer largas. Anda, háblame un poco de ti. — no supo por cuánto tiempo duraron sosteniéndose la mirada en silencio, Ellie lucía más como una terapeuta de jardín de niños. No quería estar ahí pero se sentía en deuda con sus padres y lo mínimo que podría hacer sería aprovechar el dinero que invirtieron en esa psicóloga.
Le comenzó hablando de cosas básicas sobre él: su nombre, su edad, en dónde estudiaba, quiénes conformaban su familia. Ellie apuntaba cosas y hacía preguntas fáciles de responder; sin darse cuenta ya estaba recostado en el diván fijando su vista en el blanco techo y contestando a cada una de las preguntas. La sesión pasaba más rápido de lo que esperaba y agradeció que hasta ahora no preguntara cosas respecto a sus sentimientos.
— Y ya que hablamos de tu colegio ¿Cómo es tu relación con tus compañeros?— todo el tiempo le había estado hablando con un tono sereno y cálido, haciendo que él contestara sin problemas, sin tratar de poner un filtro o estar a la defensiva. Sin embargo, ésta vez no sintió ese mismo tono, ahora la pregunta era lanzada a él como un anzuelo con carne, esperando a que un tonto animalillo caiga en la trampa y sacarlo de su zona. Su cuerpo inconscientemente se tensó y pudo ver cómo una luz amarilla aparecía en el punto que había estado viendo, como una advertencia. — ¿Jongdae?
— ¿Uh? Oh, buena, ellos no me molestan
— ¿Ellos no? ¿Y quién sí te molesta?— preguntó frunciendo el ceño realmente intrigada con su respuesta. A pesar de ver la luz amarilla lo había agarrado con la guardia baja y se maldijo a sí mismo por no haber pensado más en la respuesta.
— Oh, no, no, no, no, no me refería a eso, es decir, no se meten conmigo y es todo muy agradable— la última palabra salió casi como un susurro de sus labios. Pero no mentía, sus compañeros no lo molestaban, no se metían con él, se podría decir que no les importaba siquiera posar la vista en aquel compañero al centro del salón. En parte lo agradecía, no lidiaba con chismes o con problemas de equipo, sabía muchas cosas de todos, sabía quién había perdido la virginidad con el profesor de historia, sabía quién había robado parte del dinero de la colecta para la graduación, sabía quién sentía un amor platónico por el chico frente al escritorio que no parecía tan miserable como él a pesar de que cada jueves a la salida le daban una paliza y por eso no se presentaba hasta el lunes con sus heridas a medio sanar y maquilladas, sabía incluso la verdadera razón de por qué aquel compañero de encantadora sonrisa ya no se había inscrito éste ciclo escolar, y lo lamentaba.
— Entonces debes de tener varios amigos, cuéntame de ellos ¿Cómo son?— su exagerado entusiasmo mientras escribía algo en sus hojas lo hizo estremecer, lo estaba logrando, estaba entrando de a poco en su cabeza.
— Ellos… son buenos amigos, supongo.— volvió a tragar saliva tenso sin darse cuenta que ésta era la enésima vez que lo hacía, pero ahora sintió que se había tragado el pisapapeles. El sonido del reloj le hizo exhalar con alivio, la sesión había terminado.
— De hecho me sorprendió gratamente la forma en que se desenvolvió, creí al inicio que no iba a cooperar. — Ellie tomó asiento tras su escritorio con una orgullosa sonrisa a los señores Kim. Estaba a punto de proseguir cuando su primo irrumpió en la oficina.
— Oye, hay un chico muy bonito afuera, debería invitarlo al proyecto ¿No crees?
— ¿Te molesto? Estoy ocupada, el chico es nuevo e hijo de esta agradable pareja.
— Oh, es bueno saberlo, mi nombre es Kim Joonmyeon.— se presentó estrechando la mano de la pareja con una encantadora sonrisa. — Y no es por hacerme promoción ni nada por el estilo pero estoy a cargo de un proyecto y en cuanto ví a su hijo pensé que sería perfecto para-
— Bueno, menos mal que no te estés promocionando, pero Jongdae tuvo su primera sesión hoy. No creo que los señores Kim estén interesados en cambiarlo de psicólogo de un día para otro.
— ¿Proyecto sobre qué? Si hablan de mi hijo como un conejillo de indias quisiera saber para qué. — un pequeño mote de molestia se podía percibir en sus palabras. A ninguna madre le gusta que hablen de su hijo sin saber el contexto.
— Nada que le pueda interesar a Jongdae por el momento, tal vez cuando vaya más avanzado en las sesiones se lo pueda mencionar.
— Oh, vamos, Ellie, no tengas miedo de que me lleve al chico. El proyecto trata de cómo ayuda a las personas la interacción con otros y como la rehabilitación voluntaria es posible con mínimo apoyo profesional. — explicó Joonmyeon entusiasmado y tras un momento de silencio agregó— Es más interesante de lo que suena, de hecho; son varios jóvenes, hay actividades y la casa donde se hospedan es bastante agradable. Realmente es impresionante la evaluación de algunas personas. Les puedo dejar mi tarjeta, por si gustan ir a darle un vistazo al lugar. — finalizó tendiendoles su tarjeta con una sonrisa llena de confianza.
— ¿Me estás diciendo que un curso de verano en las montañas con personas problemáticas hará a mi hijo feliz?— la señora Kim seguía sin estar del todo convencida, los cursos de verano jamás fueron una opción cuando era pequeño, el pensar estar separada por tanto tiempo de su hijo le hacía sentir inquietud.
Joonmyeon dudó qué responder, si decía que sí iba a ser un rotundo “no” por parte de los padres y si decía que no, debería explicar a detalle el propósito y nunca supo explicar su propia idea — Algo así, no tan literal, pero en parte sí.
— Suena bien para mí.— dijo el señor Kim tomando la tarjeta de la mano de Joonmyeon y encogiéndose de hombros. Prosiguió, siendo consciente del par de ojos femeninos que lo miraban con desconcierto y enojo. — Ésta no es una decisión que solo nosotros tomemos, quizá a Dae le agrade el concepto. Y que mejor ahora que aún no se acostumbra al método de la doctora Ellie.
Tras discutir el tema por un rato, se fueron, decidiendo tomarlo en cuenta. Al salir, Jongdae no sabía cómo sentirse. Por un lado su madre se veía molesta, con el ceño fruncido, mientras que su padre estaba tranquilo y sonriendo como siempre; su psicóloga se despidió con una sonrisa que parecía una mueca y el hombre junto a ella sonreía satisfecho y orgulloso. Vió tantas emociones en un momento y no supo a quién seguirle la corriente. Al parecer habría otra plática seria familiar en la cocina.
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Terapia † EXO
Fanfiction"-Me siento vacío...-suspiró para sí mismo, sus padres lo habían convencido y ahora estaba solo en ese enorme jardín. -Se llama depresión.-dió un ligero salto ante aquella voz y un chico se sentó junto a él. -Sólo no intentes lanzarte del edificio...