7: 15 a.m., faltaban unas 10 cuadras para llegar al edificio donde trabajaba y mi hora de entrada era a las 7:30, primera vez en 3 años que me preocupaba llegar tarde al trabajo, mi auto estaba en el taller y por ello me había tocado caminar esa mañana, bueno, correr casi.
Los papeles, carpetas y la computadora sobre mi brazo derecho empezaban a sentirse cada vez más pesados, en mi frente había unas cuantas gotas de sudor y la gabardina café que llevaba puesta empezaba a estorbarme. Mis pasos eran cada vez más apurados y en un torpe intento por acomodar todas las cosas que llevaba, una carpeta con fotos cayó al suelo.
— ¡Mierda! —probablemente me veía patético tratando de tomar la carpeta del suelo sin tirar todo lo demás.
—Necesitas ayuda amigo —un hombre sencillo, de contextura gruesa tomaba la carpeta frente a mí, mientras su mano derecha agarraba la de una joven.
Mientras recibía la carpeta, tuve tiempo de observar a la chica, que llamó poderosamente mi atención. De baja estatura, piel trigueña y luminosa, ojos grandes, verdes, como dos perlas, labios gruesos y rosados, cabello castaño recogido en una cola de caballo.
— ¡Muchas gracias! —dije sonriendo al hombre que me sonreía de vuelta.
Miré mi reloj, 7:23, apuré el paso después de agradecer. Sentía como mis músculos estaban fatigándose y mi respiración estaba agitada, a lo lejos podía ver el edificio, solo un par de cuadras más, 7:27, pasé por la puerta y corrí a mi escritorio antes de que mi jefe saliera de su oficina personal e hiciera su típico paseo por toda oficina en general.
—Un par de minutos más y pierdes el empleo —mi amigo, Mario estaba recostado a su escritorio con su bendito pantalón gris y su camisa azul.
—Mi auto está en el taller, tuve que venir caminando.
— ¿Desde su casa?
—Sí.
—Amigo, hay algo que se llama cerebro, úsalo para tomar algo que se llama autobús —dijo con una risa mientras se sentaba
—Muy gracioso. Pero estaba entre dormir media hora menos para tomar el autobús, o caminar.
—Y preferiste llegar casi tarde.
— ¿No vas a dejarme en paz cierto?
— ¡No! —me reí con él mientras sacaba mis lentes de uno de los cajones del escritorio.
— Esos son nuevos, se ven bien —Sarah caminaba en dirección a mí, llevaba una falda negra ajustada al cuerpo y una blusa de vestir verde de manga larga, su cabello rubio estaba suelto y caía sobre sus hombros.
— ¡Gracias! —le sonreí mientras la miraba a los ojos, tenía unos ojos cafés muy hermosos y una sonrisa divina. Era una chica hermosa, su personalidad se combinaba a la perfección con su belleza física.
— ¿Quieren ir a tomar un trago después del trabajo? Vamos a ir varios de acá, de la oficina.
—Yo digo que sí —Mario parecía muy contento con la idea— ¿Vamos, Nicolás? ¿O te pesan los 25 años?
—Yo si voy —dije mientras le tiraba un trozo de borrador a Mario.
—Perfecto, nos vemos ahora entonces.
Le sonreí antes de que se fuera.
—Le gustas.
— ¿Quién? ¿Yo?
—Sí.
—Ella tiene novio.
—No, no es así, terminaron hace dos meses.
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La última gota
Romance¿Cuantas casualidades pueden ocurrir en un día? No trates de negarte a su existencia, las casualidades exiten, algunas son interesantes, algunas son aburridas y algunas son peligrosas; ten cuidado, no dejes que una casualidad te absorba el alma. Nic...