Sintió su estómago gruñir y decidió pasarse rápido por la cocina. Le agradaba ver a Diana, aquella mujer debía tener al menos unos 50 años y tenía el espíritu de una mujer de 30 años. Era tan feliz y siempre andaba sonriendo, le hacía recordar a su madre, su corazón se encogió al recordarla. Sus ojos marrones seguían grabados en su cara y aquella sonrisa tan hermosa que la hacia abrazarla y saber que con ella todo estaría bien....el simple recuerdo de su madre era lo único bueno de su juventud. Cuando ella murió su padre paso a ser más frio de lo que era, había hecho la vida de Madison un infierno. Recordó que paso más tiempo en internados que en su propia casa.Alejó todos aquellos recuerdos y saludo a Diana.
--Buenos días.
--Buenos días, niña.--respondio sonriente.--Estas reluciente.--comento.
Y así se sentia, había algo en ella que había cambiado.
--Gracias.--sonrio.--¿Hay algo para comer? Muero de hambre.
--Puedo hacerte unas tostadas francesas con tocinetas.
--Me suena bien.--aparto una silla y se sentó.--Vale.
Media hora más tarde estaba comiendo mientras escuchaba historias de Diana. Sin duda que estaba repleta de sorpresa, le estaba diciendo sobre como a los 29 años viajo por casi todo el mundo buscando diversión y placer en los países, en esos viajes conoció a Albert, su esposo y supo que sería el hombre de su vida. Madison sonrió al escucharla y aparto su plato al terminar.
--¿No tienes hijos?
Ella se arrepintió de haber preguntado cuando vio la triste sonrisa de Diana.
--Solo uno, James. Tengo mucho tiempo sin saber de el.--suspiro.--Se caso hace 5 años y se mudó a Italia, desde entonces no he sabido casi nada de él.
Madison supo que a Diana le importaba mucho su hijo y que daría cualquier cosa por volver a verlo. Le devolvió una sonrisa a la mujer y se levantó.
--Me encanta hablar contigo, espero hablar luego.
--Claro, niña. También es un gusto hablar contigo.
Salió y Madison vio la ropa en sus brazos y pensó en llevarla a la lavandería. Subió las escaleras y se sorprendió al ver que no habían más, pero la casa tenía 3 pisos, eso era raro. Frunció el ceño al ver que solo 3 puertas, todas blancas, en el piso. Vale, el tipo se había equivocado al decir que en la puerta blanca estaba en la lavandería.
Abrió la primera puerta y no era nada más que un tipo de pequeño depósito. Había cajas, porta retratos, fotos y otras cosas. Escucho un sonido en la puerta de al lado como algo golpeando contra el suelo y sintió curiosidad, se acercó a la puerta y abrió.
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Un mes de placer; Jos Canela and Madison Beer.
RomanceHistoria adaptada. Portada creada por: @jxzzleny. @navarrogrier 2018.