Sarada

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Entramos en una pequeña cafetería del centro aún en contra de mi voluntad. No paré de quejarme durante el corto trayecto diciendo que esas no eran mis funciones y que no me parecía buena idea pero Sarada me ignoró completamente y siguió tirando de mi brazo hasta llegar al sitio que mejor le parecía.

- Siéntate y cállate, voy a pedir.

Fruncí el ceño y esperé sentado sin quitarle el ojo de encima y a los que estaban a nuestro al rededor. No iba a montar una escenita ahí delante de toda esa gente, así que a final ella había ganado y yo tuve que hacerla caso y cerrar la boca.

- Aquí tienes - puso dos cafés humeantes en la mesa - he pedido dos capuchino, espero que te guste y si no pues te aguantas por haberte quejado tanto.

- Gracias - dije serio sin mirarla.

- Oye ya estas aquí, quita esa cara de amargado e intenta disfrutar un poco.

- Siempre obligas a la gente a hacer lo que tu quieres? - eso la hizo enfadar.

- Mira, vamos a tener que convivir en la misma casa, vas a tener que verme e interactuar conmigo, perdona si quiero tener una buena relación con mi entorno y así evitar momentos incómodos.

Ahí tenia razón. Pase la mano por la nuca y suspiré pensando que lo mejor era llevarme bien con ella. Al fin y al cabo era la hija, sobrina y nieta de mis superiores, podrían largarme fácilmente si ella se lo pedía.

- De acuerdo, tu ganas - sonrió orgullosa.

- Bien! cuantos años tienes? - levanté una ceja, al parecer eso iba a ser más un interrogatorio que una cordial conversación.

- 27, y tu?

- 23 - dio un sorbo a su café - que hacías antes de conocer a mi padre? tienes familia en la ciudad?

- Eso son dos preguntas.

-Y?

- Tu haces una y luego yo otra, así funciona.

- Así funciona? no recuerdo haber acordado nada. Simplemente contesta y ya está - negué con la cabeza.

- Tu una y yo otra.

- Hmm... esta bien, contesta a la primera entonces - dijo cruzándose de brazos.

- Intenté ganarme la vida honradamente trabando en la cocina de un restaurante de mala muerte, pero no salió bien.

- Y que hiciste luego? - sonreí y volví a negar.

- Me toca, para que son esos libros? alguna novela romántica para niñas tontas? - me burlé señalando la bolsa donde los llevaba. Gruñó y sacó los libros poniéndolos sobre la mesa.

- Son de astrofísica, puedes echarles un ojo si quieres pero no creo que alguien como tú entienda una palabra de lo que pone - miré las portadas y efectivamente eran sobe teorías y estudios de la astrofísica - estás estudiando esto?

- Lo siento pero me toca, tienes familia en la ciudad?

- No, nadie. Directamente no tengo familia en ningún sitio.

- Vaya... lo siento - dijo apenada - ha debido de ser duro estar solo - no me gustaba nada que la gente sintiera pena por mi, aunque fuese mentira lo que le acababa de decir, pero odiaba que sintieran lástima.

- Porqué estudias esto? - pregunté serio cambiando de tema, ella pareció darse cuenta de que no me había gustado eso y carraspeó.

- Siempre me ha fascinado el universo y lo que esconde y la única manera de poder entender una mínima parte de él es aplicando las leyes de la física. Mi padre me llevaba de pequeña a contemplar las estrellas lejos de las luces de la ciudad. Nos tumbábamos en la hierba y pasábamos horas observándolas. Siempre me decía que cuando me sintiera sola mirara al cielo y pensara en toda la gente que estaría en ese mismo momento mirando la misma estrella - una pequeña sonrisa asomó en su rostro - al final siempre acababa haciéndole mil preguntas sobre que habría fuera de nuestro planeta y como funcionaba... una cosa me llevó a otra y ahora soy una de las mejores alumnas de astrofísica de mi universidad - añadió con un toque de orgullo.

Mafia (BORUSARA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora