Servimos a los Nuestros por Amor

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Su vida había consistido en adaptarse y luchar conscientemente por el lado positivo de sus emociones. Las noches solitarias podían consumirlo con miedos, dudas e inseguridades. El duelo por haber perdido a sus padres y la resignación de saber que posiblemente tenía una hermana mayor que lo había abandonado... ¿Tal vez para protegerlo? No, era más probable que haya sido para liberarse de la responsabilidad que sería criarlo en un mundo de guerras. Pero nunca lo sabría... ¿Acaso prefería no saber? En ocasiones creía que sí. Y otras veces deseaba nunca haber memorizado el nombre de esa hermana mayor que jamas iba a conocido.

Pero desde muy pequeño, Stan se había prometido aferrarse a encontrar una razón para seguir y también se había dicho que estaría estable, por lo menos mientras el sol estuviese con él o alguien se interpusiera entre sus tenebrosos pensamientos.

A pesar de eso se debía sentir afortunado, había crecido en un hogar amoroso y luego había tenido el mejor destino que pudiese obtener dada su ascendencia. Wendy había sido como las firmes raíces que sostuvieron su vida hasta el final. Ahí donde no había tenido familia, ella se volvió la suya, pero Ky Le se había vuelto su vida, la chispa que dio origen al florecimiento de un propósito y el deseo de tener una meta para su existir. La niña con la que creció sembró en su alma los principios y la moral que posteriormente lo incrustaría en la estrecha relación con quien sería el rey de los elfos. Sin Wendy para enseñarle la diferencia entre pequeñas acciones con consecuencias personales y actos egoístas con resultados catastróficamente magnos, él se hubiese vuelto loco, con un corazón marchito y un alma rencorosa.

Porque era más humano que elfo, era adaptable pero también egoísta. Lamentablemente no podía ver el bien mayor, sus ojos estaban centrados en las personas que le importaban y fácilmente podría dejar que el caos consumiese todo si eso significaba salvar una sola vida, una que a él le importase. Pero por fortuna nunca se encontró en la situación donde sus pequeñas acciones pudiesen llevar a catástrofes. En se sentido no envidiaba a los líderes. Él era un guerrero, era la espada que su rey usaba para destruir a sus enemigos y defender a los suyos. El puesto de Guardia Real solo se entregaba al más fuerte de los soldados, aquel que en un combate personal sabía resistir cada ataque y dar la vida por sus reyes. Tal vez los humanos no fuesen la raza más fuerte, pero su resistencia era superior a la de los elfos y eso era lo que Stan había abrazado de su origen. Si quería proteger lo que amaba, debía tomar lo mejor que había en sí mismo, la consistencia firme, la fuerza, la adaptabilidad y la terquedad de los humanos, además de la regeneración y longevidad de los elfos que le permitirían mantenerse al ritmo de Ky Le.

Pero en ese momento no creía que su fuerza pudiese proteger a la monarquía de Larnion que parecía estar muy dispuesta a ir personalmente a la guerra.

- Wendy... -rogó en la privacidad del Salón del Trono después de que todos los testigos obligatorios salieran- El destino de Larnion acaba de posarse en tus hombros, no creo que debas tener tu luna de miel en el campo de batalla. Por todo lo sagrado, acabas de casarte. Por segunda vez.

La mujer frente a él, aquella con la que había crecido, se detuvo para mirarlo. En verdad lucía como una reina, llevaba una túnica púrpura con adornos plateados simulando ramas en forma de espirar, muy similar a la túnica roja y dorada de Ky Le. Además, llevaba una corona del mismo metal élfico color lila, era una simple tiara en forma de hojas tan fina que podría usarla bajo su casco de guerra sin incomodarla. El negro cabello femenino estaba lustro y bien peinado, la piel increíblemente limpia y perfumada en aceites, si no fuese por su firme postura de guerra y fiera mirada, parecería una noble acostumbrada a los mimos.

Los nobles de Larnion intentaron protestar cuando Ky Le anunció su matrimonio con Wendy, los elfos la recordaban como la favorita de la reina y traidora de ese afecto, pero como buenos adinerados que no miraban hacia abajo, desconocían que técnicamente estaba casada con Stan. Aunque aún si lo hubiesen sabido, Ky Le había estado preparado para sostener su decisión. Pero como Stan había supuesto, fue Wendy quien lidió con los arrogantes nobles, se había presentado con su armadura de guerra, aquella que la princesa Kenny había cargado en uno de sus baúles sin que Wendy lo supiera. Los nobles conocieron a Wendy, la Letal, con sus botas altas de cuero curtido al igual que su pantalón ajustado a sus preciosas curvas, pero este era tachonado de metal élfico que también era el material de la pechera que cubría su torso y brazos, el casco de metal ocultaba su cabello y a su espalda colgaba el escudo con el grabado de una flor en la superficie y colgando de su cinturón una espada de combate. Los nobles perdieron la voz al oírla hablar sobre la situación de los mestizos bajo el yugo del Rey Mago, pero también de lo que habían sufrido en Larnion cuando los antiguos reyes habían gobernado. Los nobles intentaron refutar, desprestigiando su sangre humana, pero mientras Ky Le estuvo a punto de salir a defenderla y Stan lo contuvo. Porque conocía a su esposa y esta no lo decepcionó. Wendy contratacó a cada palabra, fue inteligente y astuta para desmembrar las peores burlas y dirigió la atención a la guerra y a todos los soldados que habían perecido en el campo de batalla, los nobles que habían sido secuestrados por el Rey Mago y lo que su matrimonio con el rey Ky Le significaría. El fin de la guerra. El control de una sola nación. Elfos, mestizos y humanos estarían viviendo bajo una misma bandera, como iguales. Y cuando algún noble quiso refutar esa utopía, ella le recordó lo que Larnion representaba: la unión de todas las razas élficas, todas iguales, sacando lo más fuerte de cada aspecto y viviendo por encima del simple sobrevivir.

Al servicio de su Majestad  «South Park» [Style]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora