Jungkook contempló el ataúd. Aún no podía creer que el cuerpo de Jiyong estuviera allí dentro.
Nunca habían sido grandes amigos; no hasta un par de años antes, cuando la madre de Jiyong, empezó a trabajar como asistenta para su familia. Todas las tardes el chico iba a recogerla para acompañarla después a casa, y, mientras la esperaba, él y Jungkook solían conversar en la cocina tomando alguna bebida.
A veces, incluso lo ayudaba con los deberes. Cálculo y química se habían convertido en una pesadilla para el, y sin la ayuda de Jiyong no habría logrado la nota que necesitaba para graduarse e ir a la universidad.
En cierto modo, acabó admirándolo. Jiyong siempre había sido un chico amable, inteligente, y había conseguido lo que pocos en su situación lograban: una beca completa para estudiar en la Universidad de Seul.
Recorrió con la vista los rostros de los asistentes al funeral. Todos eran vecinos del barrio. Muchos de ellos lo miraban como si fuera un alienígena, y no era de extrañar. La gente de la colina, como su familia, con sus lujosas mansiones y sus coches caros, no solía relacionarse con la masa de los suburbios. No porque fueran mejores ni nada de eso, sino porque pertenecían a mundos
diferentes.Los ojos de Jungkook se posaron en la señora Park. La pobre mujer estaba destrozada y apenas lograba mantenerse de pie. Solo los brazos de su hijo mayor impedían que cayera al suelo de rodillas. El pelinegro miró de reojo al muchacho, Park Jimin. Su reputación aún era una leyenda en Busan. Era el tipo de chico sobre el que los padres previenen a sus hijas.
Las cosas que se contaban sobre él atemorizarían al tipo más duro del pueblo, y el las creía. Aún recordaba lo mucho que lo intimidaba su presencia cuando se cruzaba con él en los pasillos del instituto. También rememoraba el hormigueo que sentía en el estómago cuando sus ojos, de un color marrón, coincidían con los suyos por accidente.
En aquella época, la diferencia de edad entre ellos suponía un abismo: Jungkook contaba catorce años y Jimin tenía diecisiete. Sabía que era invisible para él. Jimin salía por aquel entonces con Min Yoongi y toda su atención era para el. Eran tal para cual. Pertenecían al mismo barrio, al mismo ambiente y a la misma pandilla. Los reyes de los suburbios.
Jungkook jamás lo admitiría, aunque le fuera la vida en ello, pero había estado enamorado de Jimin en secreto durante todo un año; hasta que lo detuvieron por darle una paliza a su padre y desapareció. Le costó olvidarse de él. Durante mucho tiempo formó parte de sus sueños y fantaseaba despierto imaginando cómo sería que lo abrazara y lo besara como hacía con Yoongi. Notó que se ruborizaba con aquellos recuerdos. ¿Por qué pensaba ahora en todo eso?
Miró de nuevo al chico. Decir que estaba guapo era quedarse corto. Los años le habían sentado de maravilla. Lucía una sencilla camiseta de color negro, lo suficientemente ajustada para insinuar un cuerpo perfecto, y unos pantalones desteñidos que se moldeaban muy bien a sus caderas y trasero. Jimin tenía una belleza tan natural.
Recordaba haber visto ese torso desnudo muchas veces, durante los partidos de baloncesto, y los temblores que le provocaba. Empezó a subirle un calor asfixiante por el cuello, que se instaló en sus mejillas como dos faros luminosos. Apartó la vista cuando él miró en su dirección.
Se sentía fatal por tener esos pensamientos durante el funeral de su hermano, pero decidió devolverle la mirada. Solo que no era a el a quien había visto. Yoongi acababa de aparecer. Pasó por su lado dejando una estela de ese perfume barato que siempre usaba, y se lanzó a los brazos de Jimin.
Jungkook se quedó de piedra ante su falta de sutileza. Si se pegaba más a él, acabaría por fundirse con su cuerpo. Podría cortarse un poco, ¿no? Aunque tratándose de Yoongi, sería imposible.
Dio media vuelta con el estómago revuelto: Yoongi lo ponía enfermo.
Empezaba a arrepentirse de haber asistido al entierro. Jin se lo había advertido, le había repetido mil veces que no era una buena idea dejarse ver por allí, y mucho menos solo, pero el se había negado a escucharlo.
Jiyong se había convertido en su amigo y merecía esa despedida. Pero, como siempre, Jin tenía razón.

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Cruzando el Límite [JiKook]
FanfictionJungkook conoce el peligro que supone acercarse a Jimin. Sin embargo, ahora que el chico ha regresado a la ciudad, lo que hace unos años solo era un amor platónico e infantil amenaza con transformarse en algo muy real... y convertir su último verano...