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Aquel martilleo incesante había empezado a las siete y media de la mañana.

Una hora después, Jungkook estaba a punto de perder los nervios. Agarró otra almohada y la puso sobre la que ya tenía en la cabeza. Las apretó con fuerza contra su cara para amortiguar el molesto golpeteo.

Tuvo que apartarlas al cabo de unos segundos porque se estaba ahogando por la falta de aire. Se quedó mirando el techo. Quería dormir, necesitaba dormir... De repente, el sonido se detuvo.

Esbozó una sonrisa y se acurrucó bajo las sábanas, abrazando la almohada. Dio media vuelta y se colocó de
lado. Luego se giró y se puso boca abajo. Pateó las sábanas con fuerza hasta que estas cayeron al suelo a los pies de la cama, porque era incapaz de volver a conciliar el sueño.

Se levantó farfullando un montón de maldiciones. Solo a su padre se le ocurría hacer reformas en casa en plenas vacaciones de verano.

Salió de su habitación arrastrando los pies. Necesitaba un café bien cargado. Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina mientras estiraba los brazos y el cuello para desentumecerse. Sintió un escalofrío, su camiseta negra decorada con un conejo se habia levantado mostrando su ombligo asi que la bajo.
Se sentía como uno de esos zombis de las películas que se movían sin ninguna coordinación, como si estuvieran borrachos.

Se acercó a la encimera y encendió la cafetera. El mármol estaba frío y se inclinó para apoyar la frente contra él. Maldita jaqueca. La cafetera hizo un ruido sordo y comenzó a gotear. El olor a café flotó en el ambiente y Jungkook gimió con un sonoro suspiro de placer. Se estiró, ronroneando como un gatito

-Adorable.

Jungkook soltó una maldicion. Se giró hacia la voz y se quedó sin habla. Park Jimin estaba apoyado junto a la nevera con una botella de agua en la mano.

Lo miraba con los ojos entornados y una sonrisa torcida que probablemente habría derretido el corazón de cualquiera del universo. Su mirada lo recorrió de arriba abajo y sus labios se separaron con un largo suspiro.

-Creo que a partir de ahora veré los conejos con otros ojos -anunció Jimin. Se llevó la botella a la boca y bebió un largo trago sin apartar la vista de Jungkook. El pijama era de color negro y era algo holgado y con el pelo revuelto era sencillamente precioso.

Jungkook se ruborizó por el repaso e inmediatamente se recompuso. -¿Qué haces tú aquí? -inquirió.

Aunque empezaba a hacerse una idea. Jimin llevaba la camiseta pegada al cuerpo por culpa del sudor y de su cadera colgaba un cinturon de herramientas. Allí estaba el responsable del incesante martilleo.

-Tu padre me contrató para arreglar el cobertizo y un par de cosas más. - Sonrió con malicia y se mordió el labio inferior.

-Ya. ¿Y siempre comienzas a trabajar tan temprano? Es imposible dormir con tanto ruido -replicó Jungkook, tratando de aparentar indiferencia. Se dio la vuelta para servirse una taza de café y perder de vista aquel cuerpo que se movía con la languidez de un felino perezoso.

-Te pregunté que si solías madrugar, pero tú me ignoraste. Te habría avisado si me hubieras dado la oportunidad -comentó Jimin con tono desenfadado.

-Mi instinto me dice que te ignore. Solo le hacía caso, no suele equivocarse - replicó Jungkook.

-¿No te da pena herir mis sentimientos de ese modo? -se burló Jimin.

Jungkook abrió el armario para coger una taza de arriba. Jimin rodeó la isleta que lo separaba de el y se situó a su espalda, tan cerca que podía sentir el calor de su piel. Le rozó el trasero con la cadera. Notó cómo se ponía tenso y contenía el aliento. Lo estaba incomodando porque aquel mocoso despertaba en él el deseo irrefrenable de molestarlo, y era tan fácil conseguirlo.

Cruzando el Límite [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora