No hubo tiempo de despedidas, mientras le vi sus manos cerradas, sostenía alguna comida, y se aferraba a la comodidad de la habitación. Sus ojos verdes como la aurora, Aurora, Aurora fue el nombre que dije cuando la vi nacer, y con su diminuta y cálida mano sustuvo mi dedo índice. Aurora, Aurora, ¿qué diré?
Y sobre sus pies el calzado de tela, y un vestido celeste, era el que vestía Aurora. ¿Qué será de tí amada mía? Que entre tan mala compañía te haz encontrado, no soy la excepción, pues seré lo que he tenido que ser, oh, que tristeza cuando se le mira así. Tan lejos de lo que he querido ser, Aurora, eres tú lo único bueno que me ha pasado, lo único bueno que me habrá pasado.
¿Qué será de tí cuando me haya yo marchado? ¿Será el primero que te tome de la mano alguno de aquellos que llamé amigos? ¿Acaso siquiera llegará el momento?
El miedo a lo desconocido, es tan vano, el futuro vendrá, pero ¿qué se llevará?... eso es lo que realmente temo, Aurora, Aurora mía. Y al oír estas últimas palabras tuyas, no evité llorar, como un niño, como un pobre desesperanzado, pues es mi arte el pesimismo del ser, no soy ciego, ni algún tipo de guerrero. No he nacido asesino ni mucho menos, y empiezo a lamentar la genuina falta de práctica.
Allá a donde voy amor,
no hay ningún espacio para el alma.¿Cuál poesía a la batalla?
¿Cuál oda fue escrita jamás a la carnicería?
¿Y qué es aquello que impulsa al hombre?
Aurora
Allá donde voy moriré,
No lo dudes, el hombre que conociste será ya no más.
Cuando me haya ya ido,
Tu beso de despedida rosará mi mejilla por última vez,Y sonarán tus últimos deseos en mi oído,
Pero no me verás volver nunca más.
Y con una sonrisa volverá aquél, que sobre ti pondrá una mano, irreconocible, asesino, caballero, guerrero. Tan, tan lejos de lo que hubo querido ser. Tan, tan parecido; Pero distinto, frío, cruel, destruido, y aquél hombre dulce y cálido, un chiste triste de ver. Pasado, como un súbito suspiro, expirado, quebrantado, olvidado.
