En Silencio

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Seis minutos, el infierno desatado sobre las mareas, seis minutos. Y en tan poco tiempo se revuelcan las olas por sobre mi lomo, que me menean como si realmente no estuviera. Poco importa ya lo que poco importó antes, y tanto importa ahora lo que nunca antes jamás. La vida, la vida es fundamental, la existencia, mantener el miedo y las penas. Ahorrar las calumnias, soportar los tormentos, mi motivación, el único impulso al siguiente respiro es.

El silencio de sus labios, y los pasos de los hombres armados por sobre mi cabeza, uno de ellos me pisó la mano, otro la cadera. El silencio de sus labios, secos, sus ojos perdidos, posados justo sobre mí y su aliento que se esconde entre el viento.

Oigo los movimientos, las palabras ajenas, sus lenguas extrañas y sus dialectos engorrosos, sus gritos, y los disparos
¿Cuánto pudo haber importado cuando desconocido era aquél tras la mira?

Desesperado sí. 

En una zanja reposados, descansan dos, un artista y un espectador. Creador, inspirador, me revela su silencio, su falta de aliento, sus labios sedientos, sus ojos de aquél azul eterno, perdidos en la nada. Su silencio es el más bello arte, su último reposo, postrado contra la tierra, entregandose a su madre, la misma que alguna vez lo vio nacer, y que sus delicados caprichos, desde el momento en que respiró, alimentó.

Mis manos están manchadas, mi mente está destrozada, mi corazón quebrado y mi alma condenada. Es mi hermano el calor que cubre mi manto y su último aliento el que rosa mi pecho, es mi padre el mismo hombre en silencio. Mi hijo postrado contra la tierra, con su cuerpo aún tibio deshecho. Un cordero entre leones soy; Tan dulce es el agrio vino que me ofrecen, y aún sabiendo que mientras lo bebo para calmar la sed, mi espíritu se seca, no me puedo detener. 

El Fin Del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora