Dos

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Mire por décima vez la casa repleta de chicos y me pregunte si realmente debería entrar a la fiesta, ver tantas personas y la mayoría en estado de embriaguez me intimidaba, luego de haber pasado por aquel incomodo momento en la tarde con la chica quise aceptar su invitación ya que no quería estar encerrado en mi habitación sin hacer nada productivo, pero ahora que estaba allí me cuestionaba a mi mismo si esto lo seria. Pero sabia que no podía simplemente decirle que me iría y listo, seria un mal rollo. 

–Vamos Bradley, ¿cuanto mas lo vas a pensar?–sonó la voz de Luna que se encontraba a mi lado pidiendo entrar desde hace quince minutos que habíamos llegado. Yo resoplé, y mi mente comenzó a estudiar maneras de abortar la misión pero en todas terminaba la chica molesta. ¿En que me había metido? 

–Solo, dame mi tiempo ¿vale?

–¿Tiempo? tuviste toda la bendita tarde compañero, además ¿a que le temes? no te comerán allá adentro, vamos–seguía insistiendo mientras jalaba mi camisa.

–La arrugaras, Dios mío–chillé quitándomela de encima, su ceja se curveo mientras sus ojos me miraban fijamente, siquiera sabía porque me estaba mirando de esa manera. 

Relamo mis labios con lentitud dándome cuenta que ya no podría postergar mas el momento de entrar al bullicio de adolescentes, así que comencé a rascar mi cabeza mientras pensaba en como rayos decirle lo siguiente:

–Y-yo nunca, y-ya sabes he estado en u-una fiesta y bueno b-básicamente, no se que hacer o como comportarme en una ¿vale? y mi bebida, joder no es muy buena, amiga te aviso desde temprano–parecía un disco rayado tratando de explicarle a la castaña el porque de mi comportamiento.

Ella había quedado atónita por lo que había dicho, se notaba por las facciones que habían tomado su rostro. Me sentía avergonzado por mi confesión así que en ves de mirar a la chica comencé a ver mis zapatos.

–¿Porque? ¿Ni en secundaria?–fue lo único que pudo preguntarme aun boquiabierta.

Yo solté un bufido con fastidio poniendo los ojos en blanco.

–¡Ay bueno!–se quejo ella cruzando sus brazos y frunciendo su entre cejo haciéndola lucir enojada–eres muy molesto, maldición.

Presione mis labios para evitar que se escapara una risa, y cuando ya la había reprimido lo suficiente solté –Luna, mírame y imagíname en la secundaria o sin ir muy lejos, mírame ahora mismo–pedí serio y ella obedeciendo lo hizo con mucha cautela–soy un bicho raro ¿ok? no tengo amigos y soy ga-. De improvisto salto hacia mi poniendo su mano en mi boca impidiendo terminar de hablar.

–Bradley, creo que es suficiente ¿si?–opinó, luego de varios segundos poco a poco fue retirando su mano de mi boca y asentí sin querer agregar mas al asunto–esas son solo estúpidas etiquetas que inventaron las personas horribles y sin oficios–me hablo con mucha tranquilidad cuando creí que no diría nada al respecto. La calma con la que decía cada palabra fue gratificante para mi, y solo sonreí.

En un momento sus manos se encontraban en mis hombros y me miraba mientras hacia muecas raras, fruncí mi entre cejo.

–¿Que pasa?–cuestionó en tono bajo rascando mi nuca.

–Bicho raro, que nunca ha ido a fiestas, no sabe beber y no tiene amigos ¿que haremos contigo?–entrecierra sus ojos mirándome fijo.

–Gracias por ponerlo así, Luna. Ayudas mucho–espete con sarcasmo rodando los ojos y pasando la mano por mi cabello en un intento de peinarlo.

La ojiverde coloco su mano en la cadera y una cara de ofendida, al ver eso tuve que contener de nuevo las ganas de reírme porque era tan divertido verla molesta, y aunque no diría que se convertiría en mi nuevo hobby porque hombre, seria muy cliché, la iba a seguir molestando con mi personalidad borde por mas ratos y eso era seguro.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora