Parte 2

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Había demasiada gente en la sala de espera y apenas quedaban unos minutos para cerrar

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Había demasiada gente en la sala de espera y apenas quedaban unos minutos para cerrar. Corría tanto como podía para poder atender a los últimos pacientes. Los ladridos y los gemidos de desesperación de los animales que había, parecían contagiarme su nerviosismo. Paré en seco mis pasos una vez entré un área donde no podría ser vista.

— Cálmate... solo saldrás una hora más tarde de tu turno de trabajo, no te estreses tanto.

Una vez inhalé todo el aire que mis pulmones permitían, lo solté con suma lentitud para relajarme. Había estudiado las nociones básicas de los ninjas médicos. Jamás quise ir al campo de batalla, ni tampoco que mi día a día fuese salvar vidas humanas, yo no estaba hecha para eso, quizá no tuviera problema en ayudar a la gente o salvarles si fuese necesario, pero mi vocación estaba clara. Salvar vidas animales era una de las cosas que más feliz me hacían.

Ellos eran demasiado inocentes como para sufrir la crueldad que los humanos les hacían vivir a muchos de ellos, y yo sabía perfectamente qué era sentir aquel amor incondicional que te otorgan los animales, por ello sentí la necesidad desde pequeña de trabajar algún día en una veterinaria.

Por suerte, había cumplido mi sueño, pero eso no quitaba que a veces el estrés fuese bastante alto. Cada vez había más mascotas y más trabajo. Eso no sería un problema, en el caso de que se pudieran contratar a más trabajadores en vez de añadir mayor carga a menos personas.

De igual modo, unos largos minutos después, la clínica quedó totalmente vacía y todos los pacientes habían vuelto a sus casas. Al haber acabado aquel día de duro trabajo y caminar hacia mi hogar, no podía evitar dejar que mi mente se liberara de alguna manera para despejar el cúmulo de estrés. 

En mis orejas reposaban los cascos que me proporcionaban la música que más me gustaba, y  mientras, mis ojos miraban hacia el frente sin prestar atención a lo que había por delante, mi cuerpo sabía perfectamente el camino de regreso y caminaba solo, casi como si hubiese puesto el piloto automático. 

Mi mente sin embargo, tenía toda mi atención.

Qué feliz sería si al llegar a casa encontrase a aquel peli plata que ocupaba mi cabeza la mayor parte del tiempo, poder tumbarme a su lado, preguntarle qué tal había ido su día y poder descansar rodeada por sus brazos, escuchar los latidos de su corazón, y poder darle todo el amor que se a cumulaba más y más en mi pecho y que jamás podría darle. 

Esa era mi mayor forma de desestresarme, pensar en él y en lo que tanto me gustaría hacer a su lado. Daba igual que nunca fuese a ocurrir, yo era feliz así y al menos, el camino de regreso a casa se hacía más liviano.

 Daba igual que nunca fuese a ocurrir, yo era feliz así y al menos, el camino de regreso a casa se hacía más liviano

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*☆.Cadenas rojas.☆*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora