Las flores ya estaban bastante marchitas y estropeaban aquella lápida, por lo que deposité las nuevas que había cortado al llegar a la villa después de mi misión.
— Lo siento Rin, no quería dejar tan descuidado esto, sé que te dije que regresaría al día siguiente de mi partida, pero las cosas se complicaron con los ancianos —Abrí mi ojo más de lo normal y me incorporé del suelo tras pensar en mis palabras—. Vaya... suena a la típica escusa que nos daba Obito, ¿eh...?
Ese vacío que trataba de llenar yendo cada día que podía a las tumbas de mis difuntos compañeros no se rellenaba nunca. Mis recuerdos y mis remordimientos se encargaban de recordarme que yo no merecía seguir allí, viviendo una vida que tendría que haber sido arrebatada hace mucho tiempo.
¿Por qué? ¿Por qué yo?
Obito tenía grandes sueños, unas metas que siempre le animaron a seguir adelante pese a las complicaciones que tenía, o que incluso yo mismo le ponía. Rin era una gran persona que siempre se preocupaba por los demás, buscando su bienestar de una forma u otra.
Y yo... yo solo soy un idiota que no tiene nada por lo que luchar, alguien que perdió todo y camina por la vida viendo el tiempo pasar sin poder corregir los errores que una vez cometí.
— Lo siento mucho... —susurré posando la yema de mis dedos sobre la rugosa lápida de mi compañera—. Ojalá la vida hubiese sido justa con vosotros y hubiera tomado mi vida, que poco vale, en vez de las vuestras.
A pesar de sentir como mi corazón se estrujaba, me di media vuelta y guardé una de mis manos en el bolsillo, caminando sin mucho ánimo hacia las afueras del cementerio. Una vez salí, miré las flores marchitas que había quitado instantes antes.
Tan marchitas como mi interior.
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*☆.Cadenas rojas.☆*
Fanfiction- Capítulos cortos - Aquí escribiré pequeños drabbles para liberar mi mente, no se esperen una historia espectacular, como ya dije, esto es más para desfogarme que para otra cosa.