Prólogo

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Los dos hermanos se encontraban guardando las cosas que habían utilizado para su almuerzo. La noche empezaba a hacer presencia en el bosque, volviéndolo un lugar peligroso. La pequeña niña sujetaba la mano de su hermano mayor para no alejarse de él y perderse. Ninguno decía una sola palabra, solo había silencio. El chico miró a su hermanita, al instante su semblante se tornó triste, no quería recordar lo que pasaría una vez llegaran a su hogar. Él no quería que su hermana pasara por algo así con tan solo diez años de edad, él había participado de la caza cuando tenía dieciséis años, no era una edad tan joven, pero igualmente podía recordar cada momento vivido ese día. Algunas veces aún tiene pesadillas con eso, no imaginaba cómo reaccionaría su hermana, todavía era muy pequeña. Lamentablemente, él nada podía hacer. Los líderes ya lo habían decidido así, ellos insistían en que era mejor hacerlo lo más antes posible debido al aumento alarmante de los lobos rebeldes, pero él no estaba de acuerdo ¿Qué podría hacer una niña de diez años contra un lobo que le dobla el tamaño? Era simplemente ridículo.

Las ideas comenzaron a llegar a su cabeza, el objetivo principal era proteger a su hermana, aunque le cueste su propia vida. Una idea quedó en su cabeza. Tenían que huir del clan, era muy arriesgado, pero no había otra opción. Además si llegaran a encontrarlos, toda culpa recaería sobre él, su hermanita sería inocente debido a su edad.

Estaba tan perdido dentro de sus pensamientos que no se dio cuenta de que la niña lo estaba llamando.

-¡Patrick!- grito la pequeña

El chico reaccionó ante el grito, volteándose a verla

-Disculpa princesa ¿Qué decías?

-Olvidamos mi abrigo allá, y me está haciendo mucho frío

-Oh, cierto. Ahora vuelvo ¿Ok?-

Patrick se empezaba a alejar, pero volvió y se puso de cuclillas delante de su hermana

-Dayanna, si escuchas algún ruido quiero que te escondas y te camufles como te enseñé. No hables con alguien que no conoces. Vuelvo enseguida-Esta vez sí se alejó, adentrándose en el bosque.

La pequeña, obedeciendo a su hermano, se quedó parada en su lugar jugando con sus manitos, sin darse cuenta de que había otra persona cerca de la zona, quien también ignoraba la presencia de la niña.

Un poco lejos de ahí había una chica de cabellos rojos que se empezaba a impacientar. Se suponía que su amigo llegaría hace diez minutos, él sabía que no tenían tanto tiempo para hablar y se le ocurre llegar tarde. Miro hacia todos lados, buscando algún rastro de su amigo, pero no había nada. Fue entonces cuando una brisa golpeo su rostro, esa brisa traía un olor que reconoció instantáneamente. Buscó el lugar de origen de aquel olor que significaba una amenaza para ella. ¿Qué hacía un maldito cazador por esta zona? No importa, lo único que importa es eliminarlo, pensó. Avanzó siguiendo el olor hasta que encontró de donde provenía. Una niña. Miró alrededor, buscando a algún acompañante que podría tener, pero no había nadie, estaba completamente sola. Al parecer algo bueno salió de todo esto, hace tiempo no veía un cazador, ahora tendría la oportunidad de acabar con uno. Que mejor manera de deshacerse de ellos cuando aún son un pequeños, incapaces de defenderse.

Se acercó lentamente a la niña, no quería que corriera antes de que pudiera matarla.

-Hola pequeña ¿Cuál es tu nombre?- dijo tratando de sonar amigable. Lo cual era un gran esfuerzo para ella.

La niña dio un salto del susto, se volteó para encontrarse con una chica pelirroja, a su mente vinieron las palabras de su hermano así que comenzó a alejarse. Pero fue detenida por un agarre en su muñeca.

Venganza de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora