Capítulo 2. Todos tenemos secretos.

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Llevábamos ya unos minutos con Jesús y Dani. Parecían simpáticos. Menuda bienvenida. Dani tonteaba notablemente con Amalia: le hacía cosquillas, le abrazaba, le daba besos en la mejilla de vez en cuando… Mientras tanto Jesús y yo caminábamos hablando de generalmente…todo. Yo era bastante tímida pero conseguí cogerle la confianza a la primera.

-         ¿Entonces solo te quedarás dos semanas? –Dijo Jesús cambiando radicalmente de tema, mirando al suelo-

-         Sí…-afirmé-

-         Qué lástima…eres genial…especial. –Dijo resaltando la última palabra- Y te echaré de menos cuando te vayas después de pasar estas semanas contigo, lo sé.

-         ¡Mira que eres tonto! –Esbocé una sonrisa- Ven aquí.

Abrí los brazos para que se acercara y me abrazara. Pero… ¿si le conocía de unos minutos, como podía tener esta confianza? No es que suela confiar en la gente así como así, sobre todo después de que ocurriera todo aquello que prefiero no recordar…pero en este caso, sí.

-         Habrá que disfrutar estas dos semanas al máximo, ¿no? –Dijo Jesús que comenzó a sonreír-

Miremos hacia atrás donde estaban Amalia y Dani. Por un momento nos olvidemos de ellos. ¿Cómo podían ser tan lentos? Iban mucho más atrás que nosotros.

Jesús me echó el brazo, y me miró con una de sus sonrisas. Esas que tanto me enamoraban.

-         Quiero ser ese helo de luz que descoloca el firmamento –comenzó a cantar sorprendente genial-  ser la compañía, de la luna que está sola y fría. –E hizo una pequeña pausa, se paró y me miró cara a cara no a mucha distancia-  Quiero ser, algo que recuerdes para siempre. –Casi susurró-

Me estremecí. Que me cantara tan de cerca, en casi susurro, con esa preciosa voz, aturdió mis sentidos. Al ver lo sorprendida y paralizada que estaba se acercó más, esta vez, para darme un beso en la mejilla.

-         No me suena la canción. Es preciosa, ¿de quién es?

-         La compusimos entre Dani y yo. –Transcurrieron unos segundos de silencio-

-         ¿Sabes qué? –Pregunté con una enorme sonrisa-

-         ¿Qué? –Contestó rápidamente-

-         Eres genial, Jesús. Me haces sentir especial cuando llevamos tan sólo un par de horas conociéndonos.

Sonrió y apartó el pelo que cubría una pequeña parte del lado derecho de mi rostro, colocándolo detrás de mi oreja. El tenía esa preciosa sonrisa, y yo no podía evitar sonreír, como es típico de mí, tímidamente.

-         Jesús, deja ya de ligar. –Dijo Dani con un tono bromista-

Al parecer Jesús y yo estuvimos allí parados más de lo que pensaba, y Dani y Amalia nos alcanzaron. Jesús y yo nos sonrojamos por el comentario de Dani.

-         Subnormal. –Dijo riendo-

Dimos un paseo, esta vez, los cuatro juntos. Esta vez pude hablar más con Dani. Descubrí que era algo más atrevido que Jesús, bromista, y como no, muy simpático. Desde luego, Amalia y yo no nos íbamos a aburrir en Mairena con estos dos.

-         Es muy tarde ya, -Dijo Amalia volviendo a comprobar el reloj- deberíamos volver a casa, ¿no?

-         Os acompañaremos –Contestó Dani-

-         Pues claro, Dani. Si somos vecinos.  –Dije con tono burlón-

Los cuatro empecemos a reír.

-         Ya os dije, mi hermano ha salido tonto, yo soy el cerebro de la familia. –Dijo Jesús entre risas-

Seguimos caminando, hasta llegar a la calle, esa calle de Mairena dónde todas las casas son iguales, en la que viviremos dos semanas…Faltaba a penas uno menos. Un día menos para volver a la aburrida Málaga, comparada con Mairena. Después de acordar quedar mañana para comer los cuatro y despedirnos de Dani y Jesús en la puerta de la casa con dos besos e intercambio de teléfonos, Amalia de a ducharse, y seguida de ella, yo. Nos pusimos el pijama y nos fuimos el pijama y cenemos. Impresionante, pero cierto: Amalia y yo cocinando.

Nos sentamos en el sofá, dos miremos al mismo tiempo.

-         ¡CUÉNTAMELO TODO! –Dijimos a la vez-

Comencemos a reír. Era sorprendente la manera tan igual en la que pensábamos las cosas. Más que amigas parecíamos hermanas. Pero no físicamente.  Nos comprendíamos a la perfección.

-         Cuenta tu primero. –Se adelantó ella-

Le conté todo, sin saltarme ningún, por muy insignificante que pareciese, detalle.

-         Venga, va, ahora tú. –Dije tan ilusionada como ella-

-         Verás…por dónde empezar…

-         Por el principio, mi vida.

-         Lo sé, lo sé –Dijo riendo- Verás, cómo pudiste ver, cuando aún íbamos con vosotros no paraba de hacerme cosquillas, abrazarme, darme besos…bueno, tu eso ya lo viste, ¿no?

-         Sí. –Contesté secamente. Necesitaba que siguiera contándome todo aquello-

-         Luego, Dani me dijo exactamente “Vamos a dejarles más distancia para que tengan más privacidad”, aunque en realidad, creo que realmente lo que quería es que la privacidad la tuviéramos nosotros. Luego, cuando intentó volver a hacerme cosquillas salí corriendo, pero me doblé el tobillo y no podía andar, entonces él me llevó montada en su espalda durante un buen tiempo. Y un poco antes de cuando comprobasteis si estábamos detrás, que ya iba andando a pie, se me acercó mucho, me cogió por la cintura y me levantó del suelo.

Yo no paraba de asentir, muy atenta a lo que Amalia me contaba. Vimos una película que programaban en la televisión, y luego subimos a nuestro cuarto. Sí, hoy íbamos a dormir en la habitación en la que había una litera. Después de echar a suertes quien se quedaría esta noche con la cama de arriba, y ganar yo apaguemos las luces de la habitación.

-         Amalia.

-         Dime. –Contestó algo cansada-

-         Estoy pensando a decirle a Jesús lo de… -No me dejó continuar-

-         ¿Qué? Si es de lo que estoy pensando, ve olvidándote.

-         Pero Amalia…yo no quiero tener secretos con él.

-         Todos tenemos secretos, Laura.

-         Y yo no quiero tener, al menos, con él. Creo que me está empezando a gustar y no quiero que nada lo estropeé.

-         Laura, hazme caso, en serio.  No le digas nada aún, por lo menos.

No contesté más. Prefería no hablar más sobre aquello.

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