Día 2.

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Después de perdernos por el bosque algunas horas, decidimos perdernos por la ciudad las horas restantes de luz, tomamos un café, visitamos algunas plazas y antes de que el sol se escondiera por completo ya estábamos de nuevo en nuestra cabaña.

Nunca fui social "si se evita conocer gente, mejor " era mi frase favorita, se la repetía una y otra vez a mi padre cuando me acusaba de ser antisocial. Una nueva amistad siempre cambia tu vida y la mayoría de veces no es para bien. Definitivamente Sam nunca compartió esa opinión.

–¡Llevamos dos días aquí! ¿Y me dices "Oye Beth, nos invitaron a una fiesta"? –le grité sin que a ella le importara tanto, pues estaba demasiado ocupada sacando ropa de su maleta y colocándola en el pequeño ropero del segundo cuarto, en el cual sólo estaba ese ropero y una pequeña mesa, ambos de madera gruesa–.

–Sí, y es a las 7:00 –me replicó, mirándome por primera vez con una sonrisa coqueta en su rostro, antes de que volvía a posar su mirada en toda la ropa–.

–Pero, ni siquiera sabes quien es. Espera, ¿En que momento te invitó? –seguí con mi sermón, apoyándome en la esquina contraria a la que ella estaba, justo junto a la ventana, para mostrar una posición más autoritaria–.

–En el café, ¿Recuerdas que el camarero me pidió mi número? Pues... –solté una especie de bufido ante su aclaración. Sí, es algo típico de ella, dar su número a desconocidos y después planear ir a una fiesta llena de desconocidos–. Vamos Beth, ponte un vestido.

–No, no lo haré, porque podría ser un secuestrador o un psicópata –en respuesta a esto, Sam dejo las prendas en el suelo de madera y fue hacia donde estaba, sólo para abrir más los ojos y hacerme una cara de suplica bastante infantil–. Además, cuando hice mi maleta, nunca pensé que necesitaría un vestido porque seguro ¡a nuestra chica la invitarían a una fiesta el segundo día del viaje!

Un simple "por favor" utilizando su vocecita de bebé fue suficiente para que todos mis intentos por no hacer una tontería se vinieran abajo. No utilice el vestido que Sam me ofrecía; sin embargo, si cambie mi pantalón por otro que no tuviera una mancha de chocolate. Nos cambiamos de cuarto para que Sam se maquillara; yo me solté el cabello y me lavé la cara, nunca usaba maquillaje y eso me daba mucho tiempo extra en el que tenia que esperar a mi mejor amiga. Bajé a la cocina en busca de algo para comer mientras Sam seguía arreglándose. Después de comer dos chocolatinas y un paquete de galletas, las escaleras crujieron avisando su llegada.

–Y ¿Qué tal? –me preguntó con un leve rubor en sus mejillas–.

Como era costumbre, siempre me dejaba con la boca abierta y cuestionándome seriamente porque no me lucraba con ella haciéndola modelo o algo por el estilo. La miré de pies cabeza; su cabello recogido con pequeñas horquillas brillantes y una diadema de flores, sus ojos resaltados con un pequeño brillo azul con sus cejas delineadas y en sus labios se encontraba un labial rojo, se había puesto un vestido azul que le llegaba a las rodillas.

–Hermosa, como siempre –contesté y ella me sonrió, como si nunca se lo hubieran dicho, o como si no lo supiera–.

–Pasaran por nosotras. La fiesta será en el bosque, cerca de aquí –explicó–. Ya sabes, para evitar la muchedumbre de la ciudad. Tranquila, no serán delincuentes –termino, casi en un susurro–.

Platicamos un poco sobre lo que nos parecía la ciudad antes de se escucharan golpes en la puerta. "6:46, que puntuales" pensé. Sam fue a abrir y yo la seguí.

–Samantha –saludó el chico que estaba esperando frente a la puerta, tenía el aspecto perfecto como para ser un actor, y rebasaba a la pequeña Sam por tal vez 15 centímetros, su aspecto adorable de la cafetería había quedado atrás, pero eso no parecía importarle a Sam–.

–Hola –lo saludo ella–. Elizabeth, mi mejor amiga –me presentó y ambos estrechamos las manos, para después subirnos a su camioneta–.

Obviamente el chico le ofreció el asiento de adelante a Sam, pero al final las dos terminamos en los asientos de atrás. Durante el camino el chico nos dijo su nombre -Santiago- y otras cosas más a las que no preste atención. Me dedique a observar los enormes edificios por la ventana y como el sol partía lentamente por el horizonte, sentí un pequeño escalofrío cuando la oscuridad ya empezaba a reinar, al mismo tiempo que la cálida mano de Sam recorría la mía. Me conocía más que cualquier persona, incluida yo misma.

–Ya esta preciosas –avisó Santiago cuando el motor dejo de sonar–. Aquí es, Logan, el anfitrión estará demasiado ocupado, pero ba' sólo disfruten.

Sin entender ni una palabra de lo que acababa de decir baje de la camioneta, Sam dió un apretón a mi mano, llamando mi atención. Sabia que quería estar a solas con ese tal Santiago, así que le prometí que estaría bien, aunque en el fondo lo que menos quería era estar sola.

No tenia ganas de bailar, de modo que me senté en un tronco, escuchando la música de fondo, Miracle de The Score resonaba en mis oídos mientras veía como todos bebían y fumaban como la típica fiesta de chicos con 18 años, y con las luces navideñas enrolladas a los árboles era obvio que estamos en Urbem, la ciudad de las películas, el sueño de cualquiera.

–Hola –escuche una voz detrás de mi oreja y al estar tan sumergida en mis pensamientos solté un pequeño grito–. Lo siento, no pretendía asustarte –se apresuro a decir–.

Comencé a reír por vergüenza y él me siguió, cuando volteé para descubrir el propietario de esa contagiosa risa me encontré con el que fácilmente podría ser el el protagonista de la película que estaba produciendo en mi mente. "¿Porqué los chicos aquí son tan jodidamente guapos?" pensé.

–¿Me dejas sentar? –me preguntó, mostrándome su sonrisa de dientes perfectos, tarde un momento en captar lo que me había preguntado, después de 15 segundos hice espacio en el pequeño tronco en el que estaba sentada y agradecí a todos los dioses del Olimpo que el tronco fuera especialmente pequeño, porque así pude ver de cerca sus ojos marrón que con las luces de navidad se mostraban tan profundos–.

Todo mi ser me decía que me levantara y me escondiera en los baños portátiles que distinguía a lo lejos, pues era lo que estaba acostumbrada a hacer cuando había oportunidad de conocer a alguien nuevo, ya conocen mi teoría.

Tal vez era la música (al parecer eran fans de The Score) Stranger , tal vez era el aire con olor a nicotina que me habían convertido en una fumadora pasiva o tal vez era el lugar, lleno de gente que no conocía mi pasado y que no me juzgaría. O tal vez no era ninguna de las anteriores y sólo era su sexi sonrisa la que me hizo querer conocerlo.

–Hola –lo salude con esa nueva personalidad que había adquirido un minuto atrás, confiada y segura, aunque todavía un poco tímida–.

–Hola, ¿Cómo te llamas?

–Wow, vamos muy rápido –me mordí inmediatamente la lengua, pero ya no había marcha atrás–.

–Vale, yo empiezo. Me llamo Oliver –hablo energéticamente, haciendo que la música pasara a segundo plano–.

–Elizabeth –sonrío–.

–¿Es una cámara? –señaló La Bolsa que reposaba en mi costado, asentí– ¿Eres fotógrafa?

–Claro –sonreí sonrojándome un poco cuando sentí su mirada penetrarme de una forma descarada, saque la cámara y él empezó a reír ante la aparición del monstruo rosa–.

Me apresure a prenderla para captar como se partía de risa junto a Do I Wanna Know? de Arctic Monkeys . ¡Clic!

¡Hey! Esta vez tengo tantas cosas que decir, que siento que habrá más palabras negritas que todo este capitulo. Así que enumeremos como siempre. Primero, espero poder vivir de escribir, porque se suponía que tenia que estudiar y me gaste todo el día escribiendo :) Lo segundo es que, tengo una opinión acerca del pensamiento de Elizabeth, no tiene mucho sentido, pero me gustaría expresarla :)

Bueno, yo creo que los cambios siempre son buenos aunque a veces den miedo. Pero fuera de eso, pienso que cuando tu vida esta siendo feliz, los cambios son tu peor enemigo; pero cuando tu vida no esta siendo tan feliz, lo único que quieres es un cambio. Ya se que no tiene sentido :) pero tengo un problema personal con los cambios y quería explicarles eso.

Gracias :')

En La Oscuridad De Una Noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora