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No habian pasado ni 15 minutos desde que te fuiste que ya me habias escrito, pensé en tardar en contestar pero terminé contestando unos segundos después.
Habiamos acordado vernos en el parque más a la tarde, dado que eran recien las 8 de la mañana.

Me tomé unos cafesitos, me duche y luego me vesti, tape un poco mis ojeras para luego mirar la hora y ver que ya casi era nuestra hora de encuentro.

Salí rápidamente en mi bicicleta para así llegar más rápido y esperé.
Esperé Díez, veinte, treinta...una hora, nunca llegaste.
Comenzó a anochecer y decidí irme a mi casa.

No puedo creer que hiciste nuevamente lo mismo, sigues jugando y jugando conmigo y mis sentimientos.

¿Nunca paras?
¿Nunca te cansas?

Estaba en mi habitación junto a mi ventana cuando te vi llegar rápidamente en tu bicicleta, dejé mi café en mi escritorio y corrí a la puerta de entrada dejandola con seguro.

Mi madre me miro extrañada y más aún cuando comenzaste a golpear desesperadamente la puerta, ella dijo que se encargaría y que me fuera a mi habitación, así lo hice.
Minutos despues entraste por la puerta con un ramo de flores.

Odio las flores, debiste saberlo.

Te las arroje y te pedí que nunca más vuelvas a intentar hacer algo así, por que no funcionaría, te fuiste con  los ojos cristalizados y con un pedazo de mi alma junto a ti.

Te seguí con la mirada desde mi ventana hasta que ya no te visualice más.

Mi madre me dio un gran sermón, y me dijo que debí escucharte,  me comentó que le habias dicho que comestiste un gran error y simplemente te habias quedado dormido.

No supe si creerle, pero igualmente me habías dejado allí plantada, sin importar que lo hiciste.

Te pedí disculpas pero que lo que habia dicho era verdad, y que queria que lo cumplieras.

Te resignaste y dejaste de hablarme, y hasta allí fue.

Gracias chico hipster, fue un día...interesante.

Querido Matt [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora