Me hice experto en espionaje...

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Ah...Angelina

Ah...ME OLVIDABA.
¿Chicas?
Sí,claro que me gustan.
Angelina. Sus pecas. Su pelo.

Las chicas dicen que es una creída. Que no hace amigas por que tiene un orgullo estúpido y que siempre anda con la nariz para arriba. "In-so-por-ta-ble", comentan y se reúnen lo más lejos posible de ella.
Ánge como si nada.
Pancho,que vive en mi edificio dos pisos arriba del mío, dice que no tiene onda.
La vida puede ser cruel. Debo ser corto de vista por que no veo lo que todos notan en ella.
Olvidé decir que soy miope.
Anteojos, sí o sí.
Y que cuando me pongo muy nervioso me ataca él asma, aunque dicen que eso va a mejorar con el tiempo.
De Angelina, siento todo el tiempo su perfume rarísimo; no se si es el jabón que usa o alguna colonia, pero ese olor es lo que la diferencia.
Tiene una sonrisa que no vi en otra chica, y esas pecas que me vuelven loco.
Nunca me había pasado.

Ange está en el colé desde hace un mes.
Vivía en Córdoba, pero la empresa donde trabaja su papá lo trasladó a Santa Fe con toda la familia. No sabe por cuánto tiempo. Eso sí que es un bajón.
Cuando la vi por primera vez, estaba de espaldas y leía un libro. Me llamó la atención la curiosidad con la que pasaba las hojas, como si estuviera haciendo un descubrimiento. Cuando ví la tapa casi me muero:estaba leyendo sobre la vida de los cangrejos.
Volví a casa y me metí de cabeza a leer sobre el tema, hasta que logre ser casi casi un especialista en crustáceos. Sí se me daba, quería hablar de lo que a ella le interesaba y no pasar por idiota.

Y se me dió. Dos días después.
Le dije "hola" y mi nombre completo. Ella me dijo el suyo y desde ese día encuentro cualquier excusa para estar con ella en los recreos.
Me hace sentir bien cuando estamos juntos aunque sea en esos pequeños ratos.
¿Y ella? No sé...pero eso es lo que siento yo.
Ange se sienta detrás de mí, porque al ser una de las más altas la fueron pasando de banco en banco hasta que quedó al final de la fila.
Si quiero mirarla, tengo que darme vuelta.
Pancho me dijo un día:
—Ponete un espejito en la mano, que sea chiquitito, y así la vas a ver sin que nadie se de cuenta.
¡Grande, Pancho!
Con un cortavidrio hice un cuadrito y lo acomodé entre mis carpetas, sobre el banco.
Desde ese día, me hice experto en espionaje.
Las pestañas y las pecas, su pelo y su mano cuando escribe...mis ojos controlan cualquier movimiento que hace.
Y nadie se da cuenta.
Espero que Pancho no me delate.

Claro que no es fácil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora