Blasphemy.[4]

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Naturalmente los días se tornaron poco estables en temperatura y los abrigos parecían formar parte los seres humanos. La nieve se resguardaba entre el pelaje de los animales callejeros y la blancura del suelo quedaba manchada bajo las ruedas de los autos.

Ambos dentro del auto del mayor entrelazaron sus manos cuando la punta de la casa del pequeño niño azabache se hizo visible ante sus ojos. El chico de cabellos claros que usaba una larga bufanda roja, sus mejillas rosadas lucían esplendidas sobre su piel pálida que podría hacer cierta competencia con la nieve, giro suspirando y buscándose armar de valentía.

—No sé qué debo hacer. —dentro del auto la calma era palpable, a comparación con las personas que caminaban apresuradas por sus compras Thom sentía que podría admirar tranquilamente los pequeños copos que descendían.

—Sabrás de decir en el momento. —siendo consciente de su efímero encuentro él aprovecho la ocasión para tomar entre sus manos las pequeñas manos envueltas en guantes y besarlas sobre la tela. Una vez observo las mejillas ser pintadas de una gama de rojos se inclinó para robar un beso corto de la boca de su novio.

—Gracias por acompañarme.

—A decir verdad, aunque no conozca a ese niño del que tanto hablas ya me agrada. —una suelta carcajada abandono sus labios y volvieron a sonreírse cuando sus miradas colapsaron ante la otra. —aunque siento como si ese pequeño te estuviera robando de mi lado.

—Eso suena casi a celos...—el menor le miro sospechosamente, esa sonrisa adorable posada en sus labios que poseían un color dulce como fresas de temporada.

—No me considero un hombre celoso, y en todo caso, si finalmente renunciamos uno del otro. Solo me quedaría aceptarlo...—a su tono triste le sobrellevo una sonrisa al enrollar entre sus brazos el delgado cuerpo del castaño. —te quiero.

Era la manera en la que se despedían, casi como un ritual de abrazos y un casto beso. Esa clase de besos que se compara como un obsequio especial, tan especial para ir desenvolviéndolo con la punta de los dedos y sin desear romper el papel de regalo.

— ¿Te veré luego?

—Por supuesto.

Cuando la silueta del castaño se perdió entre la distancia de donde él se encontraba puso en marcha el auto y se desvaneció en la espesa estela que la nieve dejaba en la brisa.

Thom sonrió cuando la puerta fue abierta por el niño de cabellos negros, Jonny envolvió sus brazos alrededor del mayor; y se adentraron a la casa en silencio.

A veces definitivamente no queremos hablar, quizá porque la verdad que escapara de nuestros labios significa todo o nada, cuando el castaño termino de hablar, dejo caer las manos en su regazo, suspiro y su corazón latía tan rápido, tan frenético.

Ni siquiera se dio cuenta en que momento su mirada empezó a ponerse vidriosa y en qué segundo había empezado a temblar, Jonny se acercó con cuidado observando al ojiazul abrazarse a sí mismo; palmeo con ternura el hombro del mayor quien al notar la cercanía del menor lo atrajo en un abrazo. Jonny confundido y Thom desahogándose finalmente.

Había tenido esa charla antes, con Michael quien tranquilizo su corazón rápidamente, pero sin tocar a fondo el tema, ya que Thom no deseaba hablar de ello; Michael no insistió, se recostaron con Pixies de fondo y tarareando a su ritmo.

Con sus dedos entrelazados y los sueños desbordándose por sus pies descalzos.

Quédate...

Ojala pudiera prometerte hacerlo.

Heart's a mess.(Thom Yorke/Jonny Greenwood)Where stories live. Discover now