-¿Ya se ha despertado?-dijo un niño pequeño asomando su cabeza por la puerta.
Aquel niño tendría unos… ¿4 años? Si, probablemente, y tenía un terrible parecido a mi hermano Phillip.
-Sí, cariño, ya ha despertado…-note sonreír a mi madre.-
Era idéntico a él. Si, quizás un poco más bajo y con cara de niño pequeño, pero eran iguales.
Después de unos segundos pensando en quien podía ser mi mente se iluminó, ya sabía que pasaba, pero era muy extraño…
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Volví a despertarme y si, allí seguía, mareada en aquel estúpido hospital atada a máquinas.
-Sí, adelante, puede pasar a verla.
No reconocía esa voz. Lo único que sé es que se oía muy lejos de mí. La sala en la que me encontraba debía de ser grande, como la sala de un gran cine. También noté que alguien acariciaba mi mano derecha con suavidad y comencé a escuchar pasos que se aproximaban a mí.
Por fin, tras prestar atención a todos los sonidos de mí alrededor cesaron las pisadas que cada vez aumentaban el volumen y conseguí entre abrir levemente los ojos, lo suficiente para distinguir los colores y las siluetas de los objetos. Miré hacía mi izquierda donde se encontraba una persona de la que no podía lograr ver su rostro, iba toda vestida de negro y estaba quieta como si fuera una estatua.
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-¡Déjame salir! ¡Solo quiero tomar aire!
Miraba aquella escena confundida, ¿esa era yo? Mire hacía uno de mis lados por el que venía caminando una enfermera. ¿AQUELLA ENFERMERA ME ACABABA DE TRASPASAR? Estaba muy extrañada, mi yo del pasado seguía chillando intentando conseguir salir a la calle y desprenderse de aquellos cables. Debería contarles lo que paso, ¿por dónde empezar?
-¡Jack pásamela! ¡A mí, a mí!-corría de un lado a otro del patio intentando que mi hermano mayor me pasase la pelota, pero claro, yo fallaría y perderíamos el partido, nunca me pasaría el balón pero yo no perdía la esperanza y seguía gritándole cosas por el estilo.
-¡Jack se la pasa a Phllip que corre hasta la portería y… GOOOOL!-decía Samantha en un alto tono de voz desde un banco colocado a un lateral del campo.
Aquella rubia llevaba un rato comentando el partido ya que no le gustaba jugar y se aburría. Debo admitir que sus chillidos me estresaban. Tiene la voz demasiado aguda y no es agradable al oído, pero había que aguantarla.
Frustrada de no pintar nada en aquel deporte me aparte a un lado corriendo. Corto, muy corto fue el recorrido pero lo suficiente como para tropezarme con una piedra y que al caer mi pecho recibiera un fuerte golpe impidiéndome respirar. Minutos mientras que yo me ahogaba pasaron hasta que por fin una ambulancia llego, señores vestidos de blanco me llevaron en camilla hasta el interior del vehículo y me trasladaron al hospital.
Y después de unas cuantas semanas aquí encerrada…
Observe todo lo de mi alrededor, todo tan familiar, demasiadas veces había estado ya en ese hospital… ¿siete pueden ser? No, no… Trece, si, eran trece estaba segura. Me conocía aquel lugar tan bien como la palma de mi mano. Cafetería, sala de juegos, lugar donde se hacían las odiosas pruebas de la alergia… Me acordaba de todo. A demás, no eran solo los lugares si no también las personas que trabajaban allí. Había hablado con prácticamente todos y cada uno de los enfermeros y enfermeras de ese sitio. Al final te acostumbras pero… Aún no había llegado mi momento.
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Carlota.
HorrorMudarse. Igual para la mayoría de nosotros, resulta un infierno ya que debes encontrar nuevos amigos y asociarte con el entorno pero puede que pasen cosas peores como que en tu casa haya acción paranormal y cosas que nunca llegues a comrender por un...