Claustrofobia

Capítulo 4

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Claustrofobia.

Capítulo 4.

Más tarde esa noche, Arthur y Molly fueron a  revisar a Harry, quien había caído dormido después de que todo el hormigueo había desaparecido de sus miembros. Pero sólo se encontraron con una cama vacía.

Molly quería marchar enseguida a confrontar a los Aurores quienes habían ignorado sus claras órdenes de dejar a Harry solo por la noche, pero Arthur la detuvo.

"¡Pero Arthur, sabes lo que Severus dijo que le estaban haciendo!" Protestó llena de lágrimas luego de que se aseguraran de que todos los miembros de la Orden estuvieran en el piso de abajo. "¿Cómo es que no hacemos nada sabiendo lo que le están haciendo?" 

Arthur la empujó en un abrazo y besó la parte superior de su cabeza. "Nada me gustaría más que ir y darle a esos trolls lo que se les viene encima, pero si intervenimos ahora, quién sabe cuánto tiempo podrían retener a Harry, o podrían comenzar a echarnos el ojo encima con respecto a él. No podemos arriesgarnos ahora. Así no me guste, tendremos que pretender que no nos hemos dado cuenta de que se ha ido. Pero ésta será la última vez y ya nunca más, ¿bien?"

"No me gusta ésto, Arthur." Molly sorbió. "Él es un chico tan dulce."

"Lo sé; vamos a sacarlo de aquí" le aseguró. "Pero para hacerlo, necesitamos tener tan poca atención sobre nosotros como sea posible."

Molly asintió. Los dos miraron ansiosamente cuando alguien llamó a la puerta. Para su alivio, era tan sólo Ron y Hermione. Los dos estaban claramente angustiados de preocupación. Arthur les hizo un gesto para que entraran y una vez que la puerta estuvo resguardada con un encantamiento silenciador tras ellos, Hermione habló.

"¿Qué es lo que le están haciendo?" preguntó, expedita. "Sé que tiene que haber encontrado algo si es que ha decidido llevárselo en contra de los deseos de Dumbledore."

Con un suspiro, Arthur explicó lo que Snape le había dicho, confirmando las sospechas que los dos aparentemente ya se habían compartido. Aunque tenía sus reservas sobre compartir información con los amigos más cercanos de Harry, dudaba que Harry se abriera a él sobre esto y esperara que sus amigos fueran capaces de ayudarlo. Harry necesitaría ésto más de lo que nunca admitiría, una vez libre de este lío.

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Esa noche, la puerta se abrió rechinando y Ron se sentó en la cama, los ojos recorriendo a su amigo i sintiéndose furiosos con quienes lo lastimaban. Harry estaba temblando, sus movimientos torpes y renuentes. Traía puesta una expresión de dolor y llevaba un brazo firmemente agarrado alrededor de su estómago.

"¿Harry?" preguntó preocupado, tirando sus mantas y balanceando las piernas fuera de la cama. Se estremeció cuando sus pies descalzos tocaron el suelo helado, pero empujó a un lado su disconformidad para ir a por su amigo.

"Estoy bien" dijo Harry suavemente. "Sólo quiero ir a la cama." Su tono amortiguado asustó profundamente a Ron.

"Estás sangrando" señaló Ron, trastornado en cuanto se dio cuenta del patrón de las marcas. Habían sido los diente de Harry los que habían perforado la piel de su labio inferior. Pero Harry simplemente se pasó la manga por el y la secó, no pareciendo que le importara.