Día 90. (Final)

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Hemos llegado al capítulo final y sin duda amerita que sea un poco más largo.

Así que infinitas gracias por leer esta historia, espero que disfrutes del capítulo. 

 ♡  

Hoy se cumplen tres meses, Adam.

No sabes cómo ha pasado el tiempo y lo mucho que duele.

No puedo evitar llorar.

Llorar por ti.

Llorar por mí.

No quiero bajar la guardia contigo y si hay que seguir esperando, te espero.

Porque me niego a perderte.

Pronuncio aquellas palabras mientras me aferro a su mano.

Me sentía agotada física y emocionalmente. Así que cierro mis ojos y me rindo ante el sueño.

No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando los abro de nuevo noto dos cosas.

Una.

¿Por qué la suave mano que estaba sosteniendo me devolvía el apretón?

Dos.

¿Seguía dormida o por qué el par de ojos verdes de Adam me miraban como si fuese un ángel?

Parpadeo de nuevo y mil emociones pasan por mi cuerpo y mente.

—Estás aquí —susurro sin poder creerlo.

Acaricio su pelo y rostro suavemente con infinita felicidad, pero él tan solo me observaba con apariencia perdida y me asusto al pensar que...

—Adam, ¿Tú me recuerdas? —Le pregunto.

—Señorita por favor tiene que salir, tenemos que revisar al paciente —dice la enfermera y miro a Adam. No quiero soltar su mano, pero no tenía opción.

—Volveré —le susurro y me aparto.

El doctor que ha estado pendiente de él todo este tiempo entra a la habitación y salgo con el corazón latiéndome a mil.

Mientras camino por el pasillo, llamo a nuestros familiares y amigos para darles la noticia. Me quedo en la sala de espera y busco información sobre como es el estado de un paciente que despierta del coma.

Y mis esperanzas de que Adam me reconociera se desvanecen.

Sabía que no iba a ser fácil.

Entendía que al despertar luego de tanto tiempo, él iba a ser como una persona nueva y muchos de sus recuerdos hayan desaparecido.

Sentía felicidad, pero al mismo tiempo miedo.

Familiares y amigos fueron llegando y todos estábamos en espera de que nos dieran información sobre Adam.

El doctor salió y nos dio buenas noticias, sin embargo, como era de esperarse nos dijo que él se encontraba desorientado, hablaba poco y nos dieron varias recomendaciones a la hora de entrar a verlo.

Sus padres fueron los primeros en entrar y tras un rato llegó mi turno y se sintió extraño, pero a la vez reconfortante entrar a una nueva habitación y verle despierto.

Me quedo observándole en silencio sin que se percate de mi presencia, él estaba observando la habitación, pero no tarda en poner sus bonitos ojos verdes en mí y las mariposas en mi estómago hacen fiesta nuevamente.

90 días, mi amor. ¿Un hola de nuevo o un adiós? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora