Jungkook se encuentra perdido observado las fuertes gotas de lluvia impactar sobre el suelo asfaltado que cubre gran parte de la entrada de la escuela.
Aunque en este caso, dada la hora, sería la salida.
Las nubes lloran como si sus esposos las hayan dejado abandonadas, ya que parecen desahogarse con mucha fuerza y odio.
Los autos y buses estacionan en la calle frente a la construcción, esperando a sus hijos, quienes están emocionados por volver a su casa... otros, como Jungkook, no tanto.
Seguramente muchos niños iban a hacer sus tareas, y luego, se iban directamente a jugar con sus juguetes preferidos.
En cambio el pelinegro iba directamente a hacer tareas, con un tiempo cronometrado para luego dar inicio a sus clases privadas, que le llevaban horas, sin darle tiempo a ninguna diversión.
Sus padres eran muy exigentes, más allá de estar muy lejos de ingresar a una universidad, sus padres ya tienen planeado su futuro de ante mano, tal como los padres de la pareja habían hecho, y seguramente, tal como Jungkook haría con sus hijos en un futuro más lejano aún.
Sabiendo antes que todo, que el solo constaba con 8 años.
Por otro lado, algunos de sus compañeros, por no decir la mayoría, estaban en las mismas condiciones que él, o incluso peores.
Algunos tan solo con esa corta edad vivían con los ojos entre cerrados, rogando por un minuto donde la maestra se fuera para pegar al menos una corta siesta. Aunque ninguno sería capaz siquiera de pensarlo.
Excepto...
-¡KIM TAEHYUNG!- Jungkook desvió sus mirada hacia esos gritos, que le habían dado un gran susto. Cuando su maestra gritó, este siguió sus ojos en aquella dirección, divisando al que pertenecía a ese tan repetido nombre por sus mayores.
Kim TaeHyung.
Ese niño. Era un caso perdido.
Jungkook jamás había conocido a alguien tan despistado, risueño, exagerado, rebelde y tonto en su vida. En su corta vida, y creía que jamás conocería.
Este chico simplemente era... diferente.
Ahora mismo, se encontraba bajo un gran charco de agua que se había formado bajo un árbol. Este desprendía unas largas ramas con hojas al alcance de las manos de Kim TaeHyung, quien felizmente las agitaba para que de estas desprendiera más agua sobre sí mismo.
El pelinegro no entendía por qué aquel niño sonreía tanto, mojarse no se veía para nada divertido. Ese niño era muy extraño.
La maestra siguió gritando sin éxito, ya que el niño parecía en su propio mundo, en donde la gracia de todo aquello era reír y divertirse.
Una gran Sedán gris apareció en la entrada, dando unos fuertes bocinazos, llamando la atención del castaño bajo la lluvia, quien corrió con su mochila en hombros hacia este, que lo esperaba con la puerta entre abierta, todo mojado.
"Sus padres van a castigarlo mucho cuando estén en casa" pensó el pelinegro con la mirada aun en ese vehículo, que segundos después volvió a estar en marcha. Se atrevía a decir que sentía un poco de lastima por aquel niño.
Otro vehículo de color calabaza se estacionó frente a la entrada, dándole indicio a moverse, pero este por alguna razón quedaba estático en su lugar, como siempre.
-Tus padres llegaron Jungkook- interrumpió la maestra, al ver que el pequeño no se movía, al rato asintió y abrió su paraguas, dándole una reverencia a su maestra.
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El perfecto arcoíris [Taekook]
Short StoryTaeHyung y Jungkook no podían ser más diferentes. Mientras uno soltaba todo lo que quería decir, el otro se ahogaba en las palabras que quería soltar. Cuando uno solo quería recordar los buenos momentos del pasado el otro solo quería llegar rápidame...