Jungkook y TaeHyung llevan lentamente el proyecto, más de lo que deberían.
El padre del menor se negaba a darle más de media hora por entre semana, lo cual no era para nada de apoyo. Por más que el proyecto tuviese que realizarse en unas semanas, estaban seguros que no alcanzarían a menos que se dividieran las tareas, hacerlas por separado.
A ninguno de los dos les gusto ese drástico cambio que tuvieron que hacer, aunque ninguno se lo dijera al otro.
Tanto el castaño como el pelinegro se habían acostumbrado a pasar tiempo con el otro, y a ambos les agradaba más de lo que pudieran admitir.
Pero aquello fue la perfecta excusa para juntarse en los recesos a comer, y aunque empezaran hablando del proyecto y como cada uno iba con su parte, no demoraban nada en cambiar de tema a algo más interesante, como el sabor de helado favorito de cada uno o su materia menor preferida.
Los minutos que podían conversar se les pasaban volando, pero valían totalmente la pena, porque era la única hora en la que socializaban con alguien.
TaeHyung no tenía ningún problema con hacer amigos, pero todos los niños lo creían muy raro y problemático, por lo tanto no se le acercaban mucho por eso, y su padre le obligo a no cambiar su personalidad solo porque un par de niños no hayan querido jugar con él, porque ya encontraría a alguien que quisiera jugar con él sin ninguna queja.
Por otra parte, Jungkook tenía graves problemas de sociabilidad. Sus padres jamás le habían inculcado el hablar con otros niños, el no tenía por que hacer eso, no era necesario, y Jungkook jamás se había opuesto a aquello, hasta que descubrió lo divertido que era juntarse todas las tardes para hablar con alguien de su edad, y todo cambió en su pequeña cabeza.
El no veía la rareza en TaeHyung, a pesar de que al principio le pareció bastante diferente, le empezó a ver el otro lado a las cosas que se le ocurrían al castaño, y empezó a disfrutar de ellas.
Y el mayor se sentía feliz junto al pelinegro, ya que podía ser él mismo sin miedo a ser juzgado, hacer sus travesuras sin que este lo mirara de mala gana, y eso era exactamente lo que estaba buscando sin darse cuenta, la aceptación por parte de alguien.
-Me gustaría que hicieras algo, coquito- habla TaeHyung luego de que dejaran de reír por una broma de este. El menor le presta nuevamente atención, incitándolo a que prosiga- Que cantaras algo, cualquier cosa.
El mencionado se paraliza, no esperaba en absoluto que aquello saliera de los labios del mayor, y baja la cabeza rápidamente, muy avergonzado.
-Yo...
-Por favor- suplica el otro.
-No conozco muchas canciones- se excusa, aun mirando hacia abajo, él no quería mostrarle aquello a el mayor, no se sentía cómodo haciéndolo.
-Cualquier cosa, no importa- insiste, y Jungkook suspira.
Hace unos días Jungkook se había preguntado como TaeHyung no se había aburrido todavía de él. Era una persona muy aburrida sin mucho que decir, sus charlas eran más bien "Tae hablando y Jungkook escuchando". Y se preguntó si debería hacer algo para que permanezca a su lado, y no dejarlo solo nuevamente en los recreos.
Eso fue lo primero que se le pasó en la mente a Jungkook cuando el otro insistía en que cantara algo, asique Jungkook simplemente cerro los ojos y empezó a susurrar:
-Conejo, conejo de montaña, ¿A dónde vas?- empezó, muy bajito a tararear una de las canciones que le había enseñado su profesor.
-No te escucho Kookie- dijo Tae, pero Jungkook no quería cantar más alto, y este lo comprendió, asique se paró de su asiento y se sentó a su lado, bajando la cabeza de la misma forma que el menor, esperando a que este prosiguiera.
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El perfecto arcoíris [Taekook]
Short StoryTaeHyung y Jungkook no podían ser más diferentes. Mientras uno soltaba todo lo que quería decir, el otro se ahogaba en las palabras que quería soltar. Cuando uno solo quería recordar los buenos momentos del pasado el otro solo quería llegar rápidame...