27 | Narrado.

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7:40 p.m, Bieber's home.

—¡¿En qué mierda estabas pensado Jack?! —atacó Justin una vez que todos entraron a la casa.

—¿Podemos hablar de esto en otro momento? —intervino Ariana en voz baja, encaminándose hacia el cuarto de las gemelas.

—¡Por supuesto que no! —regañó—. Lo que él hizo estuvo muy mal y debe ser hablado.

—Fue una tontería...

—¡No Ariana! —gritó otra vez—. ¡Me rehuso a que por lo menos no le digas que su acción estuvo mal!

—¡A mí no me grites Justin Bieber! —atacó molesta, para después susurrarle a sus hijas que subieran a su habitación.

—¡Entonces haz bien tu maldito trabajo como madre!

Oh no. Él no acaba de decir eso.

Inmediatamente, el corazón de Ariana se estrujó completamente y las palabras se le fueron de la boca. ¿Es que acaso su esposo no cree que sea buena madre? ¿O es que en serio no es una buena madre?
No es posible. Ella ama a sus hijos y ha hecho grandes sacrificios por ellos. No es posible que sea mala madre.

—¡Hey! —habló Jack—. Sea cual sea tu maldito problema conmigo, con mi mamá no te metas —advirtió mirando fijamente a su padre.

—¡Es suficiente por hoy! —exclamó aturdida—. Jack, ve a tu habitación por favor —le ordenó Ariana ofreciéndole una mirada en la cual él notó el peso de las frases de Justin.

Entendió todo rápidamente y le obedeció. Después hablaría con ella si era necesario.

—No puedo creer que dejes que haga lo que se le pegue la gana... —susurró Justin pasando al lado de ella, en dirección hacia la sala de televisión.

—No soy lo que dices... —mencionó apenas audible la castaña.

—¿Qué? —se volteó hacia ella.

—Que no soy mala madre, Justin —lo miró.

El castaño levantó su mirada indiferentemente y la miró fijamente—. Sí lo eres.

—¡No! —gritó nuevamente al borde de las lágrimas.

—¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera estado en esa maldita fiesta, Ariana?

No hubo respuesta. Ariana ni siquiera quiere imaginarse qué hubiera pasado sin la presencia de Justin, está segura de que todo se habría salido de control. Más de lo sucedido.

—¡Jack hace lo que le da la gana y es gracias a ti! —reclamó molesto—. No me dejas darle autoridad. ¡No tengo suficiente autoridad sobre mi hijo por tu maldita culpa!

—Es mentira.

—¿Cuándo fue la última vez que se castigó fuertemente a Jack por una mala acción, Ariana? ¡Dímelo y yo me retracto de todas mis palabras!

La pequeña mujer bajó su cabeza. No había respuesta porque ella nunca dejó que Justin pusiera un dedo sobre su hijo.
Nunca creyó que la violencia fuera buena una forma de aprendizaje. A muy diferente de Justin, que siempre dijo que debían ser más fuertes con él.
Sin embargo, los gritos, regaños fuertes o "pequeños golpes de lección" no se usaron nunca para aprender a Jack.

—Jack nos pasa por encima y ni cuenta te das. Y ojalá llegue el día en que se hunda para que veas lo mal que estuviste en no aprenderlo de la manera en la que se debía hacer.

—Él es buen muchacho Justin...

—¿Estás segura? —esbozó una pequeña risa burlona y después siguió su camino, dejando a su esposa allí.

Ariana se volteó sobre sus talones y tomando un poco de aire dejó expulsar todo lo que se estaba guardando en el pecho desde que los gritos comenzaron.
Agarrándose del sofá se dejó caer hasta tocar suelo y allí recogió sus piernas haciéndose una pequeña bola, mientras dejaba que todas aquellas lágrimas bajaran por sus mejillas con total descontrol.


8:30 p.m, Bella's House.

—Abel, necesito que entiendas la situación en la que estamos. Esto es grave —declaró Bella tomando su cabello y pasándolo hacia atrás mientras se sentaba en el sofá.

—¿Qué podemos hacer Bella? —ella lo miró—. Solamente podemos ofrecerle una sincera disculpa a Hailey por el alboroto que pudo causar Sierra y ya, ¿Qué no entiendes?

—¿Estás consciente de que si esa muchacha Maddie habla, Sierra se viene abajo? Todo el mundo caería sobre ella Abel...

Para este momento, Bella se encontraba sumamente alterada, en un estado de preocupación extremo ya que tambaleaba el futuro de su hija.
No entiende en qué momento le dejó de tener cuidado a Sierra, no es capaz de comprender porqué no le preguntó antes sobre aquellos pequeños secretos amorosos que su hija podría ocultar. Y lo único que cruza por su mente ahora es que si ella hubiera sido capaz de abrir un espacio para hablar con su hija, estaría completamente enterada de sus sentimientos hacia Jack y esto se hubiera podido evitar, porque ella le habría ayudado.

Y no para de culparse por llegar tan tarde. Teme que todo el peso de la prensa—que ya ella conoce muy bien—caiga sobre su hija de diecisiete años. Es algo que siempre quiso evitar le sucediera a toda costa.

—No puedo dejarla sola en eso... —finalizó rompiendo en llanto la morocha.

—No lo harás Bella —afirmó su ex-marido acercándose a ella y acunándola en sus brazos—. No la dejaremos sola, ella estará bien.

Y así es como una noche queda reinando el mar del desasosiego en aquella casa en un gran y adinerado suburbio de Beverley Hills, en dónde se demostró que por más rota que esté una familia, el amor será el pegamento perfecto para arreglarla un poco.

Desperate wives ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora