Capítulo IV: La dama de fuego

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Observé a mí alrededor, la ciudad, mi única ruta de escape segura estaba invadida por camionetas y hombres de Fisk. Dios, en ese momento hubiera agradecido con toda el alma que por tercera vez el Punisher me salvara la vida, pero esta vez no iba a ser así.

-Kingpin: ¡Debiste decírmelo por las buenas!, una última vez, ¿dónde está Black Cat?

Consideré decirle que estaba en Canadá, digo, no tenía opción.

-Spider-Man: ¡Suerte sacándoselo a mi cadáver!

Fisk con una orden hizo que sus hombres abrieran fuego en contra mía. Demasiadas balas, sentido arácnido vibrando como loco y algunas balas terminaron en mi pierna, tal vez 2 o 3. Solo se me ocurrió saltar hacia la parte baja del puente Brooklyn, era el único lugar por el que podía escapar. Y estando ahí, en efecto, no podían dispararme, pero tampoco podía salir. "Piensa Spider-Man, ¿cómo saldremos de esta?" me repetía en la cabeza.

-Kingpin: Tu cabeza aparecerá colgada del puente mañana a primera hora estúpido niño

Traté de ignorarlo, pero diablos, ¡qué iba a hacer para salir de ahí!

El sonido de sus armas sonaba y sonaba hasta que comencé a escuchar una serie de explosiones y el fuego cesó. Voltee para ver qué pasaba y toda la zona estaba en llamas, algunas camionetas habían estallado. Y cuando mire al cielo nocturno me di cuenta de que mi salvadora había sido nada más y nada menos que Firestar. Al verla, ella me vio y voló hacia mí con rapidez para tomarme y sacarme del sitio.

-Firestar: Sueles meterte en muchos problemas, ¿no?

-Spider-Man: Tengo la facilidad

-Firestar: ¿Qué diablos hacías ahí?

-Spider-Man: Lo que todo héroe hace. Haciendo lo correcto

-Firestar: Si de verdad quisieras hacer lo correcto estarías registrado como yo

-Spider-Man: Escucha amiga, no voy a debatir eso, si vas a entregarme a SHIELD por mí no hay problema. Digo no es como pueda escapar en estas condiciones

-Firestar: No lo haré, te debía un gran favor y quería recompensarte ofreciéndote una amnistía. Pero como veo que no quieres puedo respetar eso

-Spider-Man: Entonces ya bájame aquí, gracias por salvarme la vida

-Firestar: ¡Estás loco!, tienes balas en tu pierna, debo llevarte con un doctor

-Spider-Man: Nono, sanaré, déjame aquí

-Firestar: Tranquilo, este doctor es de fiar

Ella me llevó por la ciudad hasta que llegamos al mismo edificio que anteriormente había estado en llamas. Entramos en él y curiosamente me pidió que entrara al mismo departamento donde yo había sacado a aquel sujeto.

-Firestar: ¡Papá!, encontré a tu salvador y lo acabo de salvar

-Bart Jones: ¿Spider-Man?, por Dios, ¡tienes una herida de bala!, déjame curarte

-Spider-Man: Esperen, ¿qué está pasando?, ¿es tu padre?

-Firestar: Escucha, recuéstate en el sofá y te lo explicaré todo

-Spider-Man: Me parece bien

-Firestar: Mira, mi nombre es Angélica Jones y desde algunos años descubrí mis poderes. Soy una mutante

-Spider-Man: Eso tiene sentido

-Firestar: Así es. Mi padre y yo siempre hemos vivido solos desde que tengo memoria. Mi madre murió cuando nací y bueno, tuve que criarme sola con él. Vivíamos en Texas, él trabajaba para un capataz y siempre fuimos personas muy humildes. Cuando mis poderes mutantes se comenzaron a manifestar tuve problemas en la escuela y en mi vida general. Mi motivación para usar estos poderes para ayudar otros se remota un invierno, en aquel momento el frío era tal que las máquinas extractoras de petróleo se averiaron, estaban literalmente congeladas. Si no se reparaban no solo despedirían a mi padre, si no que los mafiosos con los que el capataz tenía trueques nos matarían a todos, así que una noche, mientras nadie me veía salí para intentar repararlas, ciertamente yo ya sabía que generaba calor, pero no conocía la magnitud de mis poderes, así que por accidente hice estallar una de las máquinas, provocado un incendio. Este llegaría a uno de los dormitorios pronto, así que me puse un paliacate en la cara y comencé a volar con mi calor para sacar a todos a un lugar seguro, si bien el calor del incendio descongelo las otras máquinas y todo salió bien pude matar a todos por no saber usar mis poderes. Me di cuenta de que si quería hacer algo debía aprender a usarlos. Así que comencé a practicar, noche a noche, cada vez manejaba más el calor a mi favor, mi padre nunca se enteró hasta el día que SHIELD lanzó la convocatoria de reclutamiento, fue donde tuve que explicarle a mi padre, que obviamente al principio no comprendió y se negó, pero al mostrarle lo que podía hacer accedió. Cuando comencé a entrenar con SHIELD recibí todos los beneficios que establecen los tratados de Sokovia, y nos mudamos a New York, así es como terminé en los Defenders y bueno, luchando contra ti en la Civil War

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