Quiero Volver

309 42 8
                                    

Laurens estaba afuera de una casa de campaña, se escuchaban gritos dentro de ella, y después de un par de minutos, un enojado Hamilton salía de la casita.
— Y bien, ¿qué te dijo Washington?— preguntó el pecoso, asustado por lo que le pidió a su amigo después de, probablemente, matar a Lee.
— Me pide que vuelva a casa— respondió suspirando—. Pero, no puedo volver, aun tengo que batallar, aun tengo que...— seguía diciendo Alexander, hasta que fue interrumpido por John, el cual le respondió feliz.
— Alexander, ¡eso es maravilloso! Podrás volver con tu esposa, no tienes idea de lo afortunado que eres, desearía tener esa suerte, ¿crees que Washington me deje a mí, o por lo menos a algunas personas más, tener la misma suerte que tú?— dijo John, lo cual sorprendió a Alex, este sabía que John estaba comenzando a sentir algo por Angelica, pero, en cierta manera, lo hizo sentir celoso.
— No lo creo— respondió secamente, acabando con las ilusiones del pecoso.
— ¿Por qué no?— preguntó confundido.
— Dudo mucho que quiera perder más soldados, aparte, por lo menos tú vas a perseguir tus ideales, algo de lo que me imagino que Angelica esta orgullosa.— después de decir esas palabras, un silencio incómodo se llenó en la atmósfera entre ambos chicos, silencio el cual Alexander no entendía; así que John tomó una mejor postura, y miró a los ojos fríamente a Hamilton.
— Alexander...— comenzó a decir— tú eres un hombre muy afortunado, estoy completamente consciente de los ideales de Washington y de sus temores, pero también estoy completamente seguro de que no es justo que solo te deje a ti el tener esta oportunidad, yo y otros hombres más desean estar con sus seres queridos en vez de pelear en esta estúpida guerra como para que tú andes quejándote de tan valiosa oportunidad, solo por ser el consentido de Washington. Alexander Hamilton, tú ya lo has tenido todo en estos momentos, ¿no crees que es mejor que tú le des a alguien más esa oportunidad, o por lo menos aprovecharla? Y también sé perfectamente que no has tenido nada en tu infancia, pero ahora lo tienes. Así que dime, ¿no desperdiciarás esta oportunidad?
El inmigrante se quedó sin palabras, sabía que todas esas palabras que salían de la boca de su amigo eran por sus sentimientos por Angelica, y sabía que tenía razón en eso, ¿por qué quejarse de algo que la gente no podía tener? Acordándose del como, en su infancia, odiaba a la gente que no quería a sus padres, pero antes de darle una respuesta al pecoso, este le respondió.
— Lo sabía— le dijo con una sonrisa sin gracia— Hamilton, se muy bien que solo te casaste con Eliza por el dinero, no porque la ames de verdad.— terminó para entrar a ver a Washington, y pedirle ir a decir algo muy importante a alguien de aquella importancia— Pero, hay algo en lo que sí te puedo dar las gracias— interrumpió antes de entrar, confundiendo al caribeño—. Muchas gracias por hacerme enamorarme de ti, gracias por elegir a Eliza, y gracias por darnos un corazón roto a mí y a Angelica, porque...— dijo con la voz rota, para luego voltear con una mirada sincera de gratitud al confundido Hamilton— así me diste la oportunidad de conocer a la mejor mujer del mundo— terminó para luego al fin entrar con Washington, e intentar razonar con él para ir con Angelica, y de paso que un par de afortunados más vallan; dejando a Hamilton sorprendido, boquiabierto, y quedándose a reflexionar un poco las palabras de su amigo para irse.

Cambiemos la historia (Laurelica) [COMPLETADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora