La Confesión

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Los meses pasaron, y la boda de Alexander y Eliza ya se veía lejana. La guerra aun no acababa, así que aun había gente en el ejército, excepto Alexander y a un par de afortunados, a los cuales les concedieron la fortuna de ir con sus esposas y familiares en general, algo que Angelica le felicitó a su hermana. Angelica aun vivía con su padre, el cual le pedía que buscara marido, a lo cual Angelica tenía que obedecer sin más, incluso aunque ella no quería; aunque su padre creía, y hasta le decía frecuentemente, que John iba a ser una buena persona, y hasta incluso sus hermanos le decían lo mismo, los cuales al parecer la vieron con el soldado en la boda, lo que hacía sonrojar a la mayor. Aunque todos tenían razón, ya que la pareja nunca perdió el contacto, y siempre se escribían lo más rápido posible, haciendo que su relación fuera aun más estrecha.
Angelica se encontraba sentada cerca de la puerta, justo cuando oyó que un caballo estaba cerca de su casa, así que decidió abrir por su cuenta, con el permiso de sus sirvientes, los cuales querían abrirla por ella; entonces, al salir, se encontró con una sorpresa: Laurens estaba con el caballo.
— ¡¿John?!— preguntó la morena, sorprendida al ver al pecoso bajar de su caballo.
— Hola Angie— saludó con una gran sonrisa en su rostro, como si se visitaran seguido.
— ¿Que haces aquí?
— Vine a decirte algo muy importante— dijo de manera calmada, aunque se notaba el nerviosismo en sus palabras, lo que hizo que la chica se sonrojara.
— D-Dime— tartamudeó, ambos estaban indefensos el uno con el otro, pero los hacía sentir satisfechos.
— Angie, tú eres una gran amiga, eres una gran persona y eso me encanta— empezó a decir, la cara de ambos jóvenes se volvía cada vez más roja—, eres inteligente, independiente y hermosa. Fuiste alguien que me apoyó en los mejores y peores momentos, y aun comunicándonos por cartas a kilómetros de distancia, me sentía muy cerca de ti, y... Dios, me estoy pareciendo a Alexander— río.
— No, no, está bien— le dijo— creo que ya sé lo que me quieres decir— insinuó con una sonrisa nerviosa pero pícara, y con sus mejillas completamente rojas.
— Bueno, creo que una acción vale más que mil palabras— dijo para luego agarrar la cara de Angelica suavemente con sus manos y besarla tiernamente, beso que Angelica correspondió encantada.
— ¿Viniste desde lejos solo para decirme esto?— preguntó al separarse.
— Bueno, ya sabes lo que dicen: Nunca pierdas la oportunidad de decirle a alguien que lo amas.— dijo para intentar volver a besar a la chica, pero fueron interrumpidos por la voz de otra chica con un par de hombres y unas niñas en una ventana.
— ¡Ya tenemos nuevo cuñado!— gritaron todos y comenzaron a celebrar.
— Querida Eliza, ¡Angelica se va a casar!— gritó Peggy, la cual fingía escribir algo en el aire.
— Oigan— gritó la hermana sorprendida, pero ya se esperaba eso, ya que hicieron lo mismo con Hamilton; y comenzó a regalarlos hasta que volvieron a entrar.
— Me va a encantar tu familia— rió John.
— No te hagas, yo también quiero conocer a la tuya.
— Bueno...— vaciló— Tal vez en otra ocasión— dijo un poco nervioso, lo que hizo que su amada bufara un poco.

Cambiemos la historia (Laurelica) [COMPLETADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora